Antes de
empezar a explicar las razones de que piense que el cambio de la serie de datos
que publica el gobierno es un cambio que se está usando para justificar la
ampliación del Estado de Alerta anunciado el sábado 18 o, quizás, las sucesivas
ampliaciones ya que en su anuncio el presidente apuntó a que no es seguro que
este próximo verano podamos ir de vacaciones quisiera empezar por indicar que
el cambio no explicado es el de un descenso implícito de 1834 personas en el
número de casos activos que se deducen de los datos publicados por el gobierno
el 17 de abril, al que en días sucesivos siguió un aumento bastante menor al
habitual del número de casos activos en los dos días siguientes, 18 y 19 de
abril, seguido de otro algo menor también al habitual (aunque no sea tan
extraño al corresponder a un domingo) en los datos publicados hoy 20 de abril
de 2020.
Pero esta
sucesión de datos, aparentemente anómalos, ha terminado con la tendencia
anterior que hasta el 14 de marzo sugería que ya había comenzado en España el
descenso del número de casos activos y ha dado paso a una nueva serie que nos
llevará seguramente a una "meseta", largamente anunciada en las
ruedas de prensa diarias, que tendrá una duración todavía impredecible, pero
probablemente larga, antes de que se inicie el esperado descenso del número de
casos activos.
A fin de que
nadie considere este escrito un bulo ni una crítica al Gobierno sin fundamento
suficiente, creo pertinente dar unas informaciones que maticen, con algunas
dudas razonables, la satisfacción que tuve el 14 de marzo al haber llegado
entonces a la conclusión de que se había iniciado el descenso del número de
casos activos o se estaba muy cerca de ese punto, ya que si la serie de datos
hubiera continuado siendo homogénea, probablemente a estas alturas estaríamos
ya con una serie que indicaría estar ya en la fase descendente referida al
universo de casos estadísticos publicados hasta el 14 de abril.
Asimismo
deseo aclarar que todos los datos numéricos que he usado en este análisis están
basados únicamente en los datos diarios publicados por el Gobierno en lo que se
refiere a casos acumulados de infectados, fallecidos y curados. Con ellos
calculo diariamente el número de nuevos casos de cada grupo y también del
acumulado de casos activos, definidos éstos como el resultado de los activos
del día anterior más los nuevos casos infectados menos los fallecidos y los
curados, también en el día anterior.
Todos somos
conscientes de que en todos los grupos faltan muchas personas no
contabilizadas, enfermos con síntomas claros o no tan claros que pasan la
enfermedad en sus casas sin que se les haya realizado prueba alguna y
fallecidos que tenían esos síntomas pero a los que no se les realizó la prueba
ni en vida ni después de muertos, pero no es menos cierto que la estadística
era fiable hasta el 17 de abril, al margen de los retrasos en incluir algunos
casos especialmente durante los fines de semana, aunque eso sí el universo de
personas incluidas se limitase hasta entonces a aquellas que dieron positivo en
algún análisis realizado en un centro hospitalario, que hubiera llevado a su
ingreso, ese hecho no impedía, en mi humilde opinión, que su evolución pudiera
servir de referencia válida para estimar el estado en que se encontraba la
pandemia.
Por otra
parte, como solo se llevaba un día con reducción del número de casos activos,
el día 13 de abril ya que los datos se publican al día siguiente, había que
tener todavía mucha prudencia, aunque no hubiera nada que hiciera esperar que
se produjera un rebrote de la enfermedad en nuestro país durante las semanas
siguientes.
Para
analizar los datos, dado el tipo de curva esperable para la evolución diaria de
los casos activos, que es parecida a una distribución normal, o campana de
Gauss, me parece conveniente utilizar también la serie del logaritmo de los
valores de los datos a analizar. El motivo no es otro que intentar poner de
manifiesto los tramos de la curva que tienen el comportamiento de una curva
exponencial, que no son fáciles de apreciar a simple vista en la serie de datos
inicial, pero que al mirar la curva del logaritmo del valor se convierten en
tramos de rectas, cuya pendiente nos da una idea del ritmo de crecimiento
homogéneo en el periodo de tiempo en que esa recta se mantiene.
Para
analizar los datos, dado el tipo de curva esperable para la evolución diaria de
los casos activos, que es parecida a una distribución normal, o campana de
Gauss, me parece conveniente utilizar también la serie del logaritmo de los
valores de los datos a analizar. El motivo no es otro que intentar poner de
manifiesto los tramos de la curva que tienen el comportamiento de una curva
exponencial, que no son fáciles de apreciar a simple vista en la serie de datos
inicial, pero que al mirar la curva del logaritmo del valor se convierten en
tramos de rectas, cuya pendiente nos da una idea del ritmo de crecimiento
homogéneo en el periodo de tiempo en que esa recta se mantiene.
Al analizar
la curva del logaritmo de los casos activos, despreciando los primeros días por
el escaso número de casos que había, podemos apreciar los siguientes tramos:
Un primer
tramo, que sigue el trazado de una recta que va desde el día 31 de enero (6
casos activos) hasta el 26 de febrero (16 casos activos), en el que la recta
que se sugiere tiene una pendiente relativamente moderada, con un incremento de
los casos activos del orden del 3,8% diario. Relativamente moderada, porque de
haberse mantenido habría supuesto un crecimiento del número mensual de casos
activos del 210% esto es, algo más del triple de casos cada mes respecto a los
del mes anterior.
A
continuación sigue un segundo tramo que va hasta el día 15 de marzo (7120 casos
activos) que sugiere una recta de pendiente mucho más elevada, que supone un
aumento de casos del 43,1% diario. De haber continuado este ritmo, cosa que
habría ocurrido algunas semanas más si no se hubiera hecho nada distinto a lo
que ya se hacía para limitar el contagio, al cabo de un mes habría llevado a un
número de casos activos tremendo (unas 730000 personas, sólo con 13 días más
sin confinamiento).
El tercer
tramo, que ya no se aprecia tan claramente como una recta llegaría hasta el 26
de marzo (54274 casos activos) que sugiere una recta de pendiente más moderada,
que supone un aumento de casos del 16,9% diario.
A partir de
ahí, la gráfica ya no sugiere más rectas, sino directamente el inicio de la
cúpula y parecía haberse alcanzado el número máximo de activos el 13 de abril,
(87281 casos activos) momento a partir del cual era de esperar que se iniciase
la parte descendente de la cúpula.
Es probable,
aunque solo los datos reales habrían permitido comprobar si esa hipótesis se
acercaba a la realidad o no, que el descenso no hubiera sido muy diferente del
ascenso desde el 15 de marzo, fecha en que se inició el confinamiento, salvo
quizás cuando se reflejasen los efectos del incremento de confinamiento de
Semana Santa, cosa que podría haber ocurrido en principio con el mismo retraso
que tuvo el primer confinamiento que podríamos cifrar en los trece días que se
tardó en tener los primeros efectos del mismo. Sin embargo, se da la
circunstancia de que esa fecha habría coincidido, en la práctica, poco más o
menos con el día de máximo número de casos activos, lo que habría hecho muy
difícil detectar ese efecto que habría supuesto, eso sí, un adelanto del día
del máximo número de casos activos por la mayor rigidez del confinamiento en el
periodo de la Semana Santa, adelanto del que el número de días conseguido no
habría sido fácil de determinar.
Si el descenso
se hubiera producido a un ritmo similar al ascenso, se habrían necesitado unas
cuatro semanas más para tener una reducción drástica del número de activos que
hubiera podido dar lugar entonces a una finalización, o casi finalización, del
confinamiento, aunque hubiera seguido siendo muy recomendable el mantenimiento
de determinadas medidas de precaución.
Pero todas
las consideraciones anteriores ahora se quedarán en el mundo de las hipótesis
difícilmente contrastables, dado que el Gobierno ha decidido ir añadiendo
casos, tanto del número de infectados, como del de fallecidos y, probablemente
en el futuro también lo hagan con el número de curados; todo ello con unos
criterios no especificados que harán muy difícil contar con una serie homogénea
que permita hacer un análisis serio de la evolución de la pandemia.
Es obvio que
la tarea de recomponer una serie que desde el primer momento incluya los casos
de todas las situaciones analizadas aplicada, con criterios homogéneos, a un
universo mucho más amplio (que preferiblemente debería incluir a todos los
residentes en España) será una tarea ardua y costosa, que difícilmente
encargará un gobierno tan acostumbrado a limitar la información facilitada a la
sociedad, cuando esta información no le parece favorable para sus propios
intereses políticos.
Para
realizarla, y para establecer en concreto aquellas relaciones que no sea
posible cuantificar con las estadísticas puras que se obtengan por la adición
de la información de todos los casos individuales que se puedan conocer, habría
que contar en primer lugar con los resultados de la macro encuesta ya
anunciada, aunque todavía, que se sepa, no iniciada, que tomaría los datos de
unas 60000 personas elegidas por el INE por un método aleatorio que maximice su
representatividad.
Pero,
además, se tendrán que añadir a los datos ya contabilizados en la serie
publicada hasta ahora los siguientes nuevos datos referidos a todo el periodo
de la pandemia:
En cuanto a
los infectados, los de todas aquellas personas que comunicaron en su día a los
diferentes servicios médicos, tanto públicos como privados, síntomas
suficientes para diagnosticar el coronavirus con una alta probabilidad, aunque
no se les hubiera realizado el análisis correspondiente y por tanto no figuren
en la serie actual.
En cuanto a
los fallecidos, los de todas aquellas personas para las que en su certificado
de defunción consten, en los casos en que no haya habido análisis con resultado
positivo, síntomas suficientes para considerar altamente probable que hubieran
padecido esta enfermedad.
Este es un
aspecto especialmente delicado, dada la sensación de abandono de las familias
afectadas a las que, aparte de no haber podido despedirse ni hacer el funeral
habitual en nuestras costumbres, se les niega la confirmación oficial de que
sus seres queridos hayan fallecido por el coronavirus o por sus complicaciones.
Sensación de abandono mucho más clara cuando a pesar de los síntomas claros no
se les hizo en su día la prueba ni se les dio el tratamiento más conveniente
(en no pocas ocasiones por la falta de medios apenas reconocida aunque en la
realidad fuera muy grave como conocen de primera mano los sanitarios) cuando no
se les aplicó la terrible recomendación de no ingresarles en la UCI por tener
más de 80 años. Lo mas triste sería que el posible objetivo final de esta falta
de delicadeza pudiera ser únicamente el de presentar unas estadísticas de
mortalidad inferiores a la realidad.
En cuanto a
los curados, todas las personas que habiendo estado incluidas en el grupo de
infectados, hayan pasado la enfermedad fuera de los centros hospitalarios y por
lo tanto carezcan de alta médica. La fecha de curación, como una aproximación
razonable, podría obtenerse sumando a la fecha en que advirtieron los primeros
síntomas el número medio de días que los expertos determinen para su curación
cuando no hayan necesitado hospitalización.
Finalmente
para estimar las cifras globales de afectados, habría que sumar a los
asintomáticos que se podrán estimar en función de los resultados de la ya
citada macro encuesta, salvo que finalmente se proceda a un análisis universal
de todos los habitantes, o al menos de la inmensa mayoría, que aconseje cambiar
ese número si las diferencias con los resultados de la macro encuesta fueran
relevantes.
La adición
de los asintomáticos es muy importante de cara a conocer la mortalidad global
de la pandemia en esta fase temporal, en sus diferentes versiones de referencia
(población total, población afectada y población hospitalizada) y asimismo lo
será para tomar las medidas que se consideren oportunas para prevenir, y en la
medida de lo posible evitar, un rebrote de la pandemia en la próxima temporada
otoño/invierno y también en los años siguientes.
Por todas
estas razones, sinceramente estoy convencido de que los cambios introducidos en
las series obedecen al interés de hacer muy difícil que se pueda llevar a cabo
un análisis independiente, pero a la vez serio y ponderado, de lo que está
ocurriendo en nuestro país especialmente en el aspecto de definir cuales son
las medidas más adecuadas para llegar al necesario equilibrio para minimizar
los daños presentes y futuros que estamos teniendo y tendremos en aspectos tan
importantes de nuestra vida como son la salud general de la población, la
marcha de la economía durante los próximos meses y años, la atención social a
los más débiles, pero también a la defensa y continuidad del disfrute de los
derechos fundamentales que ampara nuestra Constitución.
A
continuación, y para terminar, añado los gráficos puestos al día con los datos
publicados hasta el 14 de abril y también hasta el 20 de abril de 2020. En los
gráficos de los casos activos, se aprecia claramente el efecto de los cambios
en la serie, pero no tanto en los gráficos con los logaritmos, en el los que el
efecto que se notará será el del retraso del inicio del descenso.