miércoles, 26 de agosto de 2015

El problema de las pensiones a medio plazo



El problema estructural del sistema de pensiones ha vuelto a plantearse, esta vez en el debate de los Presupuestos de 2016. La realidad machacona es que éste es un grave problema que tiene que resolver la sociedad española, pero como la solución quitará muchos votos a quien la ponga en marcha, tanto si es promotor como si se limita a aceptarla, ningún partido político desea plantearla en sus términos objetivos.
 
La principal base estructural del problema no depende de la política, ya que es la realidad demográfica de nuestro país que, salvo catástrofe de una magnitud inimaginable, está abocado a que año tras año aumente de forma relevante el número de pensionistas.

Este año, llegan a los 65 años los nacidos en 1950, año en el que se inició un crecimiento de los nacimientos que no dejaría de aumentar hasta finales de los 70 y que en los años de mayor cuantía se conoce como el baby boom. Además, las condiciones de alimentación, vivienda y vestido y sanitarias, también fueron mejorando con lo que la mortalidad infantil cayó en picado y, la mejoría económica hizo que las mujeres se fueran incorporando de forma progresiva al trabajo fuera del hogar. 

El resultado es que cada año, a partir de ahora, crecerá el número de personas que se incorporan, como nuevos pensionistas con pensión contributiva, al grupo de los pensionistas y además lo harán con pensiones más elevadas que los que salgan del sistema por fallecimiento. Ese, y no otro, es el motivo por el que en 2016 el importe previsto de las pensiones aumentará el 3,3%, cuando la subida a las existentes será del 0,25%.

Por otra parte, por fortuna, continúa el progresivo aumento de la vida media, lo que supone que cada nuevo pensionista, siempre como media, cobrará su pensión un periodo de tiempo mayor.

Pero éste no es el único problema de nuestro sistema de pensiones, porque resulta que el sistema vigente ni es justo (una persona que haya cotizado al máximo durante 40 años pierde totalmente la pensión contributiva si no ha podido cotizar al menos dos años durante los cinco anteriores a su fecha de jubilación) ni es equitativo (importa mucho más la cuantía cotizada en los últimos 15-20 años que la cotizada en los años anteriores) ni tiene en cuenta la cantidad global cotizada (los que cumplen 35 o más años de cotización, la edad prevista al jubilarse y han cotizado por las bases máximas, o próximas a ellas, se encuentran con que les correspondería una pensión mayor que la máxima con lo que automáticamente se les reduce)

Por otra parte, nuestro sistema de pensiones es de reparto, lo que supone que las cotizaciones de cada periodo se emplean en pagar las pensiones de los pensionistas de ese periodo, lo que en el fondo constituye un sistema piramidal, que sólo funcionaría sin problemas en la hipótesis de que el número de cotizantes, por una parte, y el de pensionistas, por otra fuera muy estable, aspecto que en el caso español está muy lejos de ser así.

Finalmente, en el sistema español se aprovechó el periodo de cotizaciones elevadas para incluir en los pagos una parte relevante de las prestaciones no contributivas, lo que ha adelantado el momento en que las cotizaciones ya no son suficientes para pagar las pensiones existentes.

Los partidos que tienen opciones de gobernar en la próxima legislatura son conscientes, aunque no lo digan, de que el problema de insuficiencia de las cotizaciones se agravará en los próximos años, en los que casi seguro se agotará la "hucha" de las pensiones, lo que les obligará a reunir al "Pacto de Toledo" y hacer una nueva reforma que, con certeza, supondrá una nueva rebaja de las pensiones futuras, y ya se verá si no afecta también a las que existan en ese momento, aunque a éstas la reducción les venga, previsiblemente, por el aumento de los impuestos y tasas (IRPF, IVA, copago sanitario en medicamentos y prestaciones)

No es fácil que lleguen a un acuerdo de modificación del sistema para promover las cotizaciones elevadas que, necesariamente, pasaría por que se tuviera en cuenta, además de la edad, la historia total de cotización de cada persona para fijar su pensión, como suma acumulada de las cotizaciones realizadas actualizadas al momento de definir la pensión con algún mecanismo razonable (el actual, aunque mejorable, no está tan mal si se pasa a contabilizar toda la vida laboral) 

Pero si no lo hacen, estarán promoviendo la reducción de las bases efectivas de cotización que ya se están dando y no solamente por la reducción de los salarios nominales, sino también por la reducción "voluntaria" de las bases cotizadas para neutralizar en parte el efecto de la subida de las bases de cotización (3% anual en los últimos años) acompañadas del mantenimiento, o aumento del 0,25% anual, del importe de la pensión máxima. En 2012, las bases medias de cotización descendieron, aunque fuera sólo el 0,22%, respecto a las del año anterior, a pesar del aumento del 3% de las bases máximas.

¿Cómo convencerán a las nuevas generaciones de que coticen con bases elevadas, sabiendo que difícilmente podrán tener carreras de cotización ininterrumpidas y que para los pocos que las tengan la pensión tendrá un límite máximo que se comerá una parte relevante de lo cotizado?

¿Cómo evitarán que las empresas desarrollen la contratación de "falsos autónomos" para reducir de forma muy relevante el peso de las cotizaciones en sus costes laborales?

¿Se darán cuenta, en un futuro próximo, de la bondad para el sistema del trabajo voluntario compatible con la pensión, que para que se desarrolle necesita que se extienda a todos los pensionistas y que suponga un reparto equilibrado de la cotización a pagar y la pensión a seguir recibiendo cuando se compaginen trabajo remunerado y pensión?