I
Loli había vuelto de pasar la
Semana Santa en Denia en el apartamento de sus padres, como solía hacer desde
que se acordaba, y estaba deseando que llegara el finde para contárselo a
Nuria, porque en vez de aburrirse como le había pasado desde que empezó la
adolescencia, no sólo se había divertido un montón sino que se había enamorado
de Marcos, y estaba convencida de que, por fin, había encontrado el amor de su
vida.
Marcos había ido por primera vez
a los apartamentos en que ella estaba, también porque sus padres lo habían
comprado, y se encontraron cuando ella estaba a punto de entrar en el suyo.
Cruzaron una mirada de complicidad y él le hizo una seña para verse en el
jardín que ella contestó con otra mostrándole los cinco dedos de la mano,
intentando decirle que bajaría en cinco minutos.
Los cinco minutos en realidad
fueron un cuarto de hora y cuando bajó él la esperaba tranquilamente. Se
presentaron y ella le dijo que tenía que ir a comprar algunas cosas y Marcos le
preguntó si la podía acompañar.
Y ya no se separaron durante toda
la estancia. Loli era una joven de diecinueve años, muy guapa y simpática, que
estaba deseando encontrar a alguien que viera en ella algo más que un delicioso
quesito. Marcos era cuatro años mayor y tenía un gran éxito con las chicas
porque, además de apuesto, era divertido y sabía engatusarlas. A todas las
hacía creer que eran su primer amor y las mantenía en el engaño hasta que por
un motivo u otro se enteraban de que iba con otra, a veces con otras, a la vez.
Era un maestro en moverse en ambientes distintos lo que le permitía que pasara
algún tiempo hasta que la mentira se descubría.
En Denia no había problema,
porque apenas conocía a nadie y por eso pudo dedicarle todo el tiempo a una
Loli que estaba evidentemente prendada por el que imaginaba que era su novio y
sería su pareja estable.
Marcos vivía en Alcalá de Henares
y ella en Las Rozas, lo que a él le permitía evitar los encuentros entre
semana. Para los fines de semana que quería pasar con ella, Denia fue la forma
perfecta alternando los apartamentos de los dos, pero ésto Loli no lo vería
claro hasta unos meses después.
II
Nuria no había salido de viaje por
Semana Santa, y se había aburrido bastante. No llamaba especialmente la
atención, aunque con el maquillaje que solía usar conseguía que algunos
muchachos la hicieran caso durante un tiempo. Pero cuando se iban a la cama con
ella dos o tres veces, ella tenía un arte especial para espantarles. No es que lo
hiciera aposta ni que desconociera la causa, ya que había oído argumentos muy
parecidos en la mayoría de las rupturas, pero ella no quería creerlo y
consideraba que eran excusas de mal pagador.
A la mayoría de sus incipientes
parejas les habían echado para atrás dos aspectos de su carácter: era
excesivamente absorbente y controladora a partir del momento en que conseguía
oírles decir que les gustaría salir como pareja y además, también a partir de
ese momento, era muy mandona.
En aquel momento, hacía muy poco
que había iniciado la relación con Ricardo, un compañero de la Uni que no
estaba nada mal, pero que destacaba por su timidez. Hasta el momento todo iba
bien y aunque ya había empezado con sus hábitos de control y de imposición de criterios,
Ricardo todavía no había mostrado reparo alguno. Pero, como hacía siempre, se
fue a pasar la Semana Santa a su pueblo, en casa de sus padres, y solo podía
conectar con él por Whatsapp cuando estaba en la zona de wifi libre del Ayuntamiento.
Tenía ganas de ver a Loli, porque
estaba intrigada por la pareja que había encontrado en Denia. ¡Por primera vez
desde que la conocía no se había quejado del aburrimiento casi mortal de la
Semana Santa en Denia junto a sus padres! El viernes las dos amigas
quedaron como de costumbre para ir a Madrid en autobús con dirección a Malasaña,
donde Nuria se encontraría con Ricardo, de forma que dispondrían al menos del
trayecto de ida para hablar de sus cosas.
III
Nuria estaba fascinada con el
relato de su amiga, y su cara de felicidad era una muestra evidente del sueño
que estaba viviendo.
Todo parecía maravilloso, pero a
Nuria le escamaba un tanto que Marcos no hubiera querido acompañarla en Madrid.
Hasta a ella le parecía razonable que los días de diario no se pudieran ver por
los horarios que tenían (él supuestamente trabajaba y estudiaba) y lo mucho que
tardaba el tren. ¡Pero los finde no debería haber ningún problema,
especialmente si quedaban en Madrid!
Loli le dijo lo que menos le
gustaba oír a su amiga:
-
Nuria, tú eres excesivamente absorbente, pero la mayoría de la gente prefiere
tener su propio espacio incluso cuando ya viven juntos. Estaremos juntos el próximo fin de semana en Denia ¡y
además sin padres!
Cuando se encontraron con
Ricardo, Nuria procuró separarse de su amiga en cuanto su pareja aceptó el plan
que ella había pensado. Quedaron como siempre para volver juntas en el Buho de
las tres, y si alguna prefería no ir en ese, avisaría con tiempo a la otra.
Aunque nunca habían tenido el menor problema a la vuelta, preferían hacerlo
juntas siempre que una de ellas no tuviera un plan mejor y así podían comentar
la velada durante el viaje.
Loli se fue por Malasaña,
haciendo la ruta que solía seguir, de manera que se encontraría con grupos
conocidos, en los que podía entrar y salir a su gusto.
Aquella noche, por primera vez,
se dio cuenta de que ya no atraía tanto a los muchachos que acababa de conocer,
con la excepción de los que Nuria y ella calificaban de pulpos, calificativo
que en cuanto era asignado a un especimen suponía la huida instantánea de su
zona de alcance.
Como no lo estaba pasando
especialmente bien, a la una y media llamó a Nuria para decirle que se volvía
en el Buho de las dos y la respuesta de su amiga fue que ella haría lo propio
en el de las cuatro, para estar un rato más con Ricardo.
IV
El primer fin de semana junto a
Marcos en Denia fue para ella como el avance de la Luna de Miel. Estuvieron en
casa de él, aunque ella hizo el paripé como si hubiera dormido en la suya.
Seguro que si su madre iba antes que ella, notaría que ella había pasado por
allí pero sin compañía. Todavía no quería decirle nada de su pareja porque no
estaba segura de que no empezara a poner pegas.
Estaba tan segura de que todo iba
sobre ruedas que ya había empezado a hacer planes para el verano. Marcos
aprovechó su entusiasmo para acotar los fines de semana que irían, pero cuando
le dijo que podrían estar juntos desde el 15 de julio al 15 de agosto, las
fechas de sus vacaciones, ella se quedó totalmente convencida de que la
relación ya estaba consolidada.
Cuando al lunes siguiente volvió
a ver a Nuria, ésta le contó que el tal Ricardo ya había comenzado a mostrar
los primeros síntomas de agobio. Loli le dijo que si todavía no se había
cansado de él, le diera un poco de respiro y tuvo que escuchar, como de
costumbre, que parecía mentira que siempre se pusiera de parte de sus novios. Pero
ella continuaría como siempre y si se iba, como de costumbre, ella pasaría
página y se buscaría otro hasta que encontrara a alguno que la aceptara como
era y pudiera ser su pareja definitiva.
Cuando llegó el verano, Ricardo
ya había puesto los puntos sobre las íes y Nuria, por primera vez había
introducido un cambio: dejarían de ser pareja, pero cuando ella no tuviera otra
le llamaría de vez en cuando para pasar alguna noche juntos. Lo puso en
práctica, aunque sin comentárselo ni dar la menor pista. Ricardo había
entendido la nueva situación y la había aceptado de buen grado.
En Denia durante el verano las
cosas pasaron como estaba más o menos previsto, Loli fue con su madre julio y agosto
y a partir del 15 de julio su madre entendió la razón del cambio repentino de
Loli respecto a querer estar en Denia en vez de quejarse cada vez que se
hablaba de ir allí a pasar unos días. Veía a su hija feliz y eso le gustaba
mucho, pero todo ello se truncó cuando llegó el puente de la Virgen de Agosto.
Una noche, la primera del puente, su hija volvió a casa demacrada y sin querer
decir nada. Su madre pensó que habría discutido con Marcos, y le sorprendió no
volver a verles juntos a partir de aquel día.
Loli cambió de sitio en la playa
y apenas salió de casa en todo el puente, pero no quiso compartir con su madre
lo que le pasaba. Solo accedió a salir con sus padres alguna tarde para pasear
y tomar un refresco y, una vez terminadas las vacaciones de Marcos, volvió a su
lugar habitual en la playa y a las salidas habituales en los veranos
anteriores, pero la cara de felicidad había desaparecido y la madre no volvió a
ver a Marcos en ningún sitio.
Cuando volvieron de la playa,
Nuria y Loli volvieron a encontrarse y Loli le contó a su amiga lo que había
pasado.
- No te puedes imaginar el trago que pasé. El
cabrón de Marcos me invitó a hacer el amor en su casa un día por la tarde, en
que sus padres se habían ido, y con la excusa de que su madre no notara nada me
pidió ayuda para cambiar las sábanas de su cama y lavar las que habíamos usado.
Una vez tendida la ropa, me dijo que me sentara porque tenía que decirme algo
importante. Lo envolvió con toda la dulzura que pudo, pero tuvo el rostro de
pedirme que aceptara que no era la única pareja que tenía. De hecho, cuando
volvieran sus padres vendrían acompañados de Laura, su novia desde hacía tres
años y como yo podría comprender no podría atenderme durante los días que ella
estuviera allí. Yo me quedé helada, le dije que ni soñara con tenerme de
segundo plato y me fui para casa. No le volví a ver, aunque sí que pude
comprobar que después del puente se fue como tenía previsto.
- Lo siento mucho Loli. No me lo puedo creer.
Ahora tienes que volver a tu vida anterior, y ya verás como dentro de un tiempo
se te habrá pasado todo y dejarás de pensar en él. Aunque yo, si fuera tú, se
la intentaría jugar.
- No te pienses que estoy para jugadas. Mi
intención es no volver a verle, al menos hasta que se me pase. Y tú, ¿cómo has
estado de amores este verano?
- Como siempre, aunque como era verano, todo más
rápido. He tenido cuatro o cinco, con los mismos resultados que te puedes
imaginar, y en medio me he visto tres veces con Ricardo. Aunque no te lo creas,
parece como si siempre estuviera esperando mi llamada. Hasta ahora siempre ha
estado disponible, aunque como te puedes imaginar no le he preguntado nada
sobre si ha salido o no con otras. Pero algún día de estos se lo preguntaré
porque es el chico que más cerca ha estado de lo que yo considero una pareja
medio estable. ¡Lástima que no acepte mis condiciones!
V
A mediados de octubre Loli no
pudo evitar el ir a Denia un fin de semana con sus padres y, a la vuelta, le
dijo a Nuria que se había encontrado allí con Marcos.
- Fue una sorpresa tremenda porque de repente
noté que alguien me tapaba los ojos con sus manos y con una voz fingida me
preguntó ¿A que no sabes quién soy? Me volví y me encontré con que era Marcos
que ni corto ni perezoso me abrazó y me dio un beso en la boca. Yo, sin
pensarlo, se lo devolví y cuando me quise dar cuenta estaba entrando en su
casa, yendo directa a su habitación y aceptando hacer el amor con él. Estaba
sorprendidísima, especialmente conmigo misma, porque nunca me hubiera imaginado
nada parecido. Volvimos a hacer el amor varias veces cada día hasta que me fui
y su despedida fue también sorprendente: ¿Ves como no está tan mal que nos
veamos de vez en cuando?
- ¿Y que más te dijo?
- Nada más, se fue y no quedamos en nada.
Todavía no me lo acabo de creer.
- Yo tampoco me lo hubiera imaginado de ti. Y
ahora ¿qué piensas hacer?
- Nada. La verdad es que al principio temí que
me volviera el disgusto que tuve la primera vez, pero por suerte no ha sido
así. estoy segura de que ya no estoy enamorada de él y no me importa nada si le
vuelvo a ver o no. Pero la verdad es que es muy bueno en la cama y no me
importaría que la experiencia se repitiera de vez en cuando, pero eso sí, bastante
de vez en cuando.
- ¿Y su novia?
- Desde luego no estaba con él. Pero eso no
significa nada, y si no está con ella estará con otra porque si no habría
intentado que nos volviéramos a ver.
- Pues si que te lo tomas bien, a pesar de lo
que te hizo.
- Y tú, ¿qué tal con Ricardo?
- Pues sí, no sé como lo has adivinado, pero le
llamé y estuvimos juntos el fin de semana, prácticamente encamados todo el
tiempo. Tuvimos mucho tiempo para hablar entre polvo y polvo, pero tía, no
consigo que se amolde a mis condiciones y la verdad es que ya empiezo a pensar
que me resultará difícil encontrar alguno mejor que él.
- ¿Y no te has pensado que quizás te iría mejor
si aflojas un poco en tu control?
- De eso ni hablar. Soy como soy y quien quiera
ser mi pareja me tendrá que aceptar así. Pero tengo que confesarte que a veces
le doy vueltas a la posibilidad de que pueda ir con otras y lo peor es que noto
que me pongo celosa.
- Pues tía, ten cuidado porque cualquier día te
encuentras con que tiene novia. No está mal, es buena persona, le falta poco
más de un curso para terminar y habrá unas cuantas que estarán deseando echarle
el guante, especialmente en su pueblo, y ese flanco no lo tienes cubierto ni lo
puedes cubrir.
VI
Casi un año más tarde, a la
vuelta del siguiente verano, Loli y Nuria quedaron como de costumbre para
contarse como habían pasado las vacaciones. Nada más verse, las dos se dieron
cuenta de que Loli estaba contenta al contrario que Nuria que estaba bastante afectada. Loli pensó
que era mejor dejar hablar a su amiga primero para que pudiera desahogarse, así
que le dijo que en esa ocasión le tocaba a ella empezar y Nuria no dudo ni un
momento en iniciar su relato.
- La verdad, Loli, estoy desesperada. A final de
curso todo estaba como siempre, yo llamaba a Ricardo cuando me apetecía y él
continuaba estando siempre disponible. Se fue al pueblo y, como el verano
anterior, yo no le dije ni media palabra hasta que a la vuelta le llamé, tras
haber dejado pasar un par de semanas para que se fuera cociendo en su propia
salsa.
Pero, para mi sorpresa, cuando le llamé me
salió con una excusa que no se la creería nadie para decirme que aquel día no
podía verme. Yo le dije que eso no era lo establecido, que él tenía que estar
siempre disponible cuando yo le llamara y que se tendría que atener a las
consecuencias. Deje pasar tres semanas más y cuando le llamé me dijo que creía
que era importante que nos viéramos una tarde porque teníamos que hablar de
algo importante.
Y resultó que me contó que se había echado
novia en el pueblo y que por ese motivo pensaba que no sería adecuado que
siguiéramos haciendo el amor cuando nos viéramos. Me quedé de piedra, porque no
me dijo que no quería verme, ni me echó en cara mis defectos, ni nada de nada.
El tío se había creído eso de que éramos follamigos y ahora se pensaba que podíamos
pasar a ser simplemente amigos. Me metió un rollo infumable de lo mucho que me
apreciaba y se quedó tan tranquilo, porque además tuvo el morro de decirme que
podía seguir siendo yo la que le llamara cuando tuviera ganas de verle, ya que
esa era una de las condiciones que le puse desde el primer momento.
Yo le dije que de acuerdo, que ya no
volveríamos a hacer el amor, al menos mientras tuviera esa novia, y que
esperara con paciencia mi llamada, porque me parecía que iba a pasar bastante
tiempo antes de que la recibiera.
¿Qué te parece lo que te he contado?
- Pues me parece una gran putada, después de la
paciencia que has tenido con él durante tanto tiempo que ninguna le hacía el
menor caso. Y ahora te toca pasar página lo antes que puedas, para poder seguir
tu vida como siempre.
- Eso mismo pienso yo tía. Ahora cuéntame como
te ha ido a ti. ¿Has encontrado a alguien potable, o has seguido como segundo
plato de Marcos?
- Pues ni lo uno ni lo otro. He conocido a
algunos que me han parecido bien para pasar el rato durante unos días y también
he visto a Marcos. Pero las cosas han ido de una manera algo distinta a como él
lo tendría planeado. Echamos unos cuantos polvos antes de que llegara su novia,
que sigue siendo Laura, la de siempre y, en esta ocasión, tuvo la deferencia de
avisarme de su llegada con un par de días.
Lo que no se esperaba es que yo le iba a requerir
sus servicios mientras ella estaba allí. Él solía salir a la hora de la siesta
para fumar un cigarrillo y darse un garbeo para ver si encontraba alguna chica
que le apeteciera. ¡Y vaya si la encontró! porque siempre que mis padres no
estaban en casa yo le echaba el lazo y él venía como un corderito. La verdad es
que entre Laura y yo le hicimos follar tanto que empezó a notar que las fuerzas
le faltaban y, mira por donde, una tarde que él no estaba porque había ido con
sus padres a visitar a unos amigos, me decidí a hablar con Laura, ya que nos
habíamos visto varias veces con el resto de la antigua panda. Le pregunté si
estaba sola aquella tarde y la invité a merendar en una cafetería tranquila.
No me costó mucho que entrara al trapo en
cuanto empezó a hablar de Marcos y yo, como quien no quiere la cosa, le comenté
sutilmente que parecía estar más débil que de costumbre. Ella lo corroboró y se
atrevió a hacerme la confidencia de que ya no funcionaba en la cama como antes.
La pobre lo achacaba a que ya debía haber empezado la pérdida de potencia que
tanto temen los chicos en cuanto empiezan a acercarse a los treinta, pero yo,
devolviéndole confidencia por confidencia, le saqué de su error y le dije que
yo había notado lo mismo.
Como te puedes imaginar, la pobre se quedó
de piedra y cuando me pidió algunos detalles más para asegurarse de que le
estaba diciendo que yo también me acostaba con él, aproveché para terminar de
quitarle la venda de los ojos. Me seguí haciendo la tonta y di por sentado que
ella lo sabía porque Marcos me había asegurado, al final del puente de la
Virgen en que nos vimos por primera vez, que él se lo había contado porque no
quería engañarla. También le dije que quizás no le decía todas las veces que
hacíamos el amor, pero por si acaso le di cumplido detalle de lo ocurrido desde
que ella había llegado ese verano.
Al final llegamos a la conclusión de que
poco más o menos lo hacía el mismo número de veces con las dos, y parecía claro
que el número conjunto de veces era la causa de su debilidad. Yo hice como que
no notaba su enorme disgusto y cuando nos despedimos al llegar a los
apartamentos le di un abrazo cariñoso y le agradecí la confianza que había
mostrado conmigo y su apertura de mente para compartir a Marcos.
Al día siguiente Marcos no apareció y un día
más tarde sólo se acercó un momento para echarme en cara la que había liado. Yo
pasé del asunto con una sonrisa y le dije que cuando tuviera ganas y fuerzas
suficientes podríamos volver a nuestros juegos habituales. Y a los pocos días
volvió.
Cuando se fue Laura, yo limité los
encuentros hasta que un día se decidió a hablar, y me contó que Laura había
estado a punto de dejarle y que al final no lo hizo para no dejarme el campo
libre. Pobrecita, lo mismo se cree que a mí me gustaría que fuera mi novio.
Pero el tío estaba contento porque su novia había admitido compartirle y él
estaba encantado.
- ¡Vaya con la mosquita muerta! y eso que no
querías hacerle ninguna jugada. Te lo has tenido que pasar genial. Y ahora ¿qué
piensas hacer?
- Estoy preparando la puntilla para que nunca se
olvide de mí. Le voy a montar un numerito que no olvidará en su vida y espero
que Laura tome buena nota para atarle en corto el resto de su vida.
VII
Dos
meses después Loli le contó el final de la historia a su amiga.
Había llamado a Laura por
teléfono para convencerla de que quedaran los tres para tener una charla
prolongada. Le costó un rato convencerla de que aceptara, porque en el fondo no
tenía ningunas ganas de que los tres hablaran juntos de su relación. Pero cuando
Loli le dijo que el motivo era finalizar su intromisión en la pareja para que
ellos pudieran continuar juntos, ella accedió.
Cuando se encontraron Laura
estaba un poco mosca, pero Marcos lo estaba mucho más y según Loli fue hablando,
la cara de Laura fue mejorando poco a poco y el cabreo de Marcos aumentó hasta que
se puso como un tomate a causa de la ira:
- Os he reunido porque quiero contaros que tras
pensarlo mucho he llegado a la conclusión de que no es razonable que sigamos la
relación de esta manera.
Por muy moderno que pueda parecer lo que
hacemos, yo en realidad pienso que lo mejor es una pareja de dos, sin escarceos
con terceros ni intervenciones de ningún tipo. Vosotros sois novios desde antes
de que yo conociera a Marcos y a pesar de lo que ha pasado, quiero que sepas
Laura que te aprecio y te deseo de todo corazón que seas feliz.
De forma que para facilitaros la felicidad a
los dos y daros también la posibilidad de que tengáis una pareja sin terceros que se
inmiscuyan, creo que lo mejor es que yo desaparezca de vuestras vidas al menos
durante tres décadas. Cuando pase ese tiempo, si todavía sentís algún aprecio
por mí, entonces me gustaría que nos volviéramos a ver los tres porque ya no
habrá ningún riesgo de infidelidad. Si solo es uno de vosotros quien quiera
verme, también estaré encantada de hacerlo.
Creo que yo, por mi parte, después de un
tiempo podré encontrar a alguien con el que compartir la vida y estoy segura de
que así todos seremos más felices. Sólo falta que tú Marcos decidas no volver a
las andadas y dejes también a tus otras novias. Y no lo niegues ni me pidas nombres, porque
tengo una lista que, aunque seguramente incompleta, no te gustaría que Laura la conociera.
Se despidió de ellos y se fue tan
tranquila. Ahora era el turno de Laura si es que no quería que Marcos le
siguiera poniendo los cuernos, pero de eso ella seguramente no se enteraría.
Nuria, por su parte, le contó que
su relación con Ricardo había terminado como ya sabía, la felicitó por su
valentía y le propuso que volvieran a salir como antes a ver si eran capaces de
encontrar el amor.
Las dos se rieron y comenzaron la
ruta habitual por Malasaña, pero sin demasiado interés en intentar llamar la
atención de los tíos que iban sin compañía femenina. Seguramente pasarían algunas semanas antes de
que les apeteciera conocer a alguien nuevo.