domingo, 29 de mayo de 2016

Fototransporte intergaláctico



I
El 1 de julio del año 2996, Aida esperaba nerviosa en su apartamento de Ganimedes la llegada de Adela, su alter ego y hermana gemela a la vez. Ambas podían tomar ese día una decisión definitiva que, en el caso de que lo hicieran, supondría el cierre de uno de los experimentos más curiosos que había llevado a cabo el ser humano, pero si decidían no actuar, el experimento podría seguir su curso durante unos cuantos años más, quizás décadas, o incluso ¡siglos!

Aida y Adela, a sus cuarenta y cinco años, tenían no sólo una carga genética idéntica, sino que habían tenido también exactamente la misma vida durante los treinta primeros años, aunque ya llevaban quince con vidas separadas, en planetas, en realidad satélites, separados y con pocas opciones de encontrarse por motivos de seguridad. Ambas estaban convencidas de que si las autoridades de la Confederación Interestelar se enteraran de su verdadera historia, harían desaparecer a Adela, ya que debería haberlo hecho el 1 de julio de 3150, el día en que Adelaida Trías, nacida en Sitges el 19 de junio de 3120, fue fototransportada a Ganimedes por su amiga Carmen Rommel.

Adela y Aida iniciaron su vida separada ese 1 de julio, cuando Carmen decidió no culminar el proceso antiduplicación que formaba parte obligada del proceso que le permitía llevar a cabo la licencia provisional que el Ministerio de Población le había concedido pocas semanas antes. La licencia tenía una duración inicial de seis meses y un máximo de cien personas a ser fototransportadas, a fin de tener una muestra suficiente para analizar los eventuales efectos secundarios de este nuevo método de transporte interplanetario que prometía, si resultaba ser un éxito, revolucionar la exploración y ocupación del espacio exterior.

Aida y Adela, habían decidido no compartir su idea, ni su eventual decisión, con Paco y Quico, sus respectivos maridos que, como ellas, tenían treinta años de vida idéntica, ya que ambos habían nacido en Murcia el 9 de enero de 2951, habían sido inscritos como Francisco Pérez y habían comenzado su vida separada el mismo día 1 de julio de 2981 cuando su común amiga Carmen hizo el fototransporte de la pareja a Ganimedes.

A las dos mujeres les parecía que la especial relación que siempre habían tenido Francisco y Carmen, podría influir en la opinión de sus maridos, en el sentido de no plantearse otra opción que la de permitir que Carmen continuara su extraña aventura. De hecho cuando se conocieron la relación había sido aparentemente tan íntima, que Adelaida tuvo la impresión de que esa pareja tan enamorada duraría muchos, muchos años. Esa impresión se fue desvaneciendo poco a poco y ya en la primavera del tercer curso de la Universidad, Adelaida se convenció de que la pareja que duraría muchos años sería la suya con Francisco.

Paco y Quico, que estaban en la casa de este último en la Luna, habían decidido ver una novela histórica del siglo veinte y después dedicar el resto de la tarde a contarse todo lo sucedido durante los dos años que hacía que no se veían.

Carmen estaba en la Tierra, ajena a la reunión de sus antiguos compañeros y amigos y, sobre todo, a la decisión que podrían tomar Adela y Aida, que aunque nunca se lo habían dicho ya hacía muchos años que habían dejado de considerarla su amiga. Carmen llevaba tres semanas sin salir de casa, totalmente enfrascada en el diseño de la nueva fase de su proyecto que, si todo iba bien, comenzaría quince años más tarde, cuando ella llegara a los sesenta y de forma instantánea rejuvenecería treinta años.


II
Francisco, a sus diecisiete años, estaba encantado con su vida de universitario. Había tenido la fortuna de entablar una excelente relación con las dos chicas más listas del curso que además eran muy guapas, aunque ciertamente no las más guapas del Campus, estudiosas y buenas amigas entre sí.

Había conocido a Carmen el verano anterior en la playa, donde él estaba trabajando de camarero nocturno, y ella pasaba unos días de vacaciones con sus padres. Pronto se dieron cuenta de que iban a ser compañeros en la Facultad de Ingeniería del Transporte y de que se caian muy bien. Francisco estaba dándole vueltas a como proponerle que se fueran juntos a la cama, y no dio crédito a su buena suerte cuando Carmen le preguntó de sopetón que relación quería él que tuvieran y le dio a elegir entre conocidos, amigos platónicos o amigos con derecho a roce ¡con lo que a él le gustaba el roce!

Tanto le había gustado el roce con Carmen, que no se había separado de ella más que los ratos que el trabajo lo exigía y el primer día de curso entraron juntos a la clase pensando él que tenía la exclusiva del cariño de Carmen y ella que de momento estaba bien con Francisco, aunque no dejaría de explorar otras alternativas por si encontraba a alguien mejor.

A Adelaida la conocieron en la primera clase de grupo por casualidad. Por razones que ninguno de los alumnos llegaba a entender, la señora Petit, catedrática de Matemáticas, tenía la manía de que el número óptimo de alumnos en los grupos de trabajo era tres. Ellos habían procurado entrar de los primeros para asegurarse estar juntos y el resto de los alumnos les habían visto tan acaramelados que preferían buscar acomodo con otros compañeros. 

Cuando pensaban que de momento estarían solos en su grupo, porque todos los alumnos presentes ya se habían acomodado en alguno, se abrió la puerta del aula y apareció Adelaida, con su mejor sonrisa pero muy azorada, porque llegaba tarde según les contó después; la profesora Petit le recordó lo importante que era la puntualidad, echó un vistazo aparente al aula y, como ya antes se había fijado en que sólo había dos alumnos en el grupo de Carmen y Francisco, y se imaginaba el por qué, a la velocidad del rayo señaló a Adelaida donde tenía que colocarse, cosa que ella hizo con gran diligencia. Diligencia que tuvo que mantener varias semanas más en las clases de Petit, hasta que ésta pareció pasar página de su retraso del primer día.

Como tendrían que estar juntos todo el curso en las clases y en las prácticas de Petit, se acostumbraron a hacerlo también en el resto, excepción hecha de las ocasiones en que otros profesores deseaban colocar a los alumnos por algún orden, como el alfabético o el de la edad.

A las pocas semanas, Carmen había decidido echar el anzuelo al chico más guapo del curso, y durante los días anteriores había sacado el tema de las bondades de compartir los afectos con más de una persona, aunque eso sí, siempre en pareja porque para ella más de dos era demasiado. Había lanzado algunas indirectas a Adelaida para que hiciera una prueba con Francisco, para lo que ella se iría de pesca al pub La Tuna, frecuentado por la mayoría del curso, y la respuesta de Adelaida siempre había sido la misma: ponerse colorada como un tomate, como si a sus diecisiete años todavía fuera una adolescente, y balbucear unas frases ininteligibles. Cuando Carmen decidió que había llegado el día adecuado, no les dejó opción; les dijo que fueran a donde quisieran, excepto a La Tuna por supuesto, y que se pusieran cariñosos.

Adelaida estaba más que azorada y, una vez que Carmen había salido disparada hacia su objetivo, Francisco le pidió a su amiga que se sentara y se tranquilizara; le cogió la mano y se puso a hablar con ella, pausadamente para explicarle que no tenía por que hacer nada que no quisiera, le dijo que él la consideraba una amiga de verdad, que esperaba que pronto se convirtiera en su amiga del alma y que la amistad durara para siempre. Eso sí, tenían que ponerse de acuerdo en que cosas dirían a Carmen al día siguiente respecto a lo que habían hecho para no incurrir en contradicciones cuando les preguntara, porque estaba seguro de que les haría un tercer grado. Decidieron decir que se habían limitado a darse besos y a hacer otras pequeñas caricias y que estaban contentos de haberlo hecho así porque ni había sobrado nada ni tampoco había faltado.

Carmen, como era de esperar, les preguntó cómo les había ido, frunció un poco el ceño cuando Francisco le explicó la versión oficial y contraatacó iniciando el tercer grado a Adelaida, que ya a la primera pregunta se puso rojísima; esa coloración espontánea fue lo que le salvó, ya que Carmen se convenció de que si se ponía tan colorada al decirle a su mejor amiga que había besado a un chico, es que decía la verdad.

Francisco aprovechó la oportunidad para preguntarle a Carmen por su pesca, y ella aprovechó para contarles lo bien que le había ido, un par de tardes más y su presa dormiría en su cama, lo que fue, además, lo que ella entendía como una forma sutil de decirle a Francisco que hasta nuevo aviso no apareciera por su habitación, y que el nuevo aviso no llegaría mientras su acercamiento a Adelaida no progresara más.


III
Cuando los tres amigos iniciaron el segundo curso, la relación entre ellos y con el resto del curso estaba clara para todo el mundo: eran un trío inseparable (excepto cuando Carmen iba de pesca, cada vez a entornos más lejanos porque en los cercanos ya había ido con todos los chicos que le llamaban algo la atención) buenos amigos entre sí, y buenos compañeros con el resto.

Francisco seguía prendado de Carmen, aunque ya tenía muy claro que iba con ella sólo cuando a ella le apetecía y encontraba en Adelaida el hombro en el que llorar, porque su buena amiga aguantaba con enorme paciencia la historia reiterada de sus decepciones con Carmen.

A Adelaida no se le conocía ni el menor liguecillo y sus únicas caricias, siempre de consuelo, eran para Francisco que poco a poco se iba habituando a ellas y ya comenzaba a gastarle bromas para ir avanzando un poquito en su intensidad.

En los estudios eran la traca. Prácticamente habían conseguido estar juntos en todas las materias y los profesores estaban encantados con ese trío siempre sonriente que entregaba trabajos de una grandísima calidad y siempre a tiempo.

Francisco había trabajado, como siempre, durante todas las vacaciones para acumular el dinero necesario para pagar la elevadísima suma que cada año le suponía la matricula de la Universidad (la beca que tenía le cubría solo el 95% del importe) pero había conseguido aumentar sus ingresos porque había tenido mucho éxito como profesor. Durante el verano había reunido dos grupos de alumnos (uno para Matemáticas y otro para Química) a los que preparaba para su examen de ingreso en la Universidad. Su objetivo era claro, ya que quería que todos sus alumnos aprobaran al menos los exámenes de la prueba de ingreso de sus asignaturas y para ello les ponía dos condiciones: hacer todos los ejercicios que él les proponía y llevar al día toda la materia dada.

Cada semana les hacía un examen de un nivel similar al de las pruebas de acceso y si algún alumno suspendía dos exámenes seguidos, le hacía un examen oral exhaustivo que, si no era superado, suponía la expulsión definitiva del alumno, previa devolución por parte de Francisco de todo el dinero que le hubiera cobrado hasta el momento. El resultado fue el esperado y todos los alumnos que terminaron las clases sin ser expulsados no sólo aprobaron los exámenes de Matemáticas y/o Química, sino que también todos ellos ingresaron en la Universidad.

Para mayor satisfacción de Francisco también la mitad, más o menos, de los que había expulsado, habían aprobado los exámenes de las asignaturas cursadas parcialmente con él, y casi todos ellos habían ingresado. Le llegó al alma la visita de una de las alumnas expulsadas, una irlandesa pelirroja llamada Caroline que era una de las mejores hasta que dejó de esforzarse de repente; tras suspender dos exámenes y obtener una nueva oportunidad, volvió a fallar al siguiente y Francisco se dió cuenta de su falta total de aplicación durante las tres últimas semanas y la expulsó. Carolina, tras decirle que había superado el examen de ingreso, le dio las gracias por las enseñanzas recibidas y se empeñó en pagarle las clases recibidas; Francisco consiguió cerrar el asunto aceptando una invitación en La Tuna, en la que Carolina le dijo que le agradecía especialmente la expulsión, porque esa situación la impulsó a volver a estudiar como solía y pudo pasar el listón aunque fuera rozando el límite (había obtenido la tercera calificación más baja de las personas que habían superado el ingreso).

La fama de la “Academia Gómez”, pomposo nombre para una actividad sin instalaciones, corrió como la pólvora por la Universidad y tuvo varias propuestas de academias que querían contratarle a jornada completa al precio que él dijera. Francisco, sin embargo, siguió fiel a su proyecto gracias en parte a la ayuda inestimable de su amiga Carmen, que consiguió que un amigo de su padre le permitiera usar durante todo el curso siguiente una habitación anexa al garaje de su segunda vivienda de 6 a 8 de la tarde de lunes a jueves. La habitación tenía buena luz, una pizarra electrónica y una mesa en la que cabían diez alumnos con relativa comodidad.

Las condiciones para los alumnos eran las mismas que había puesto el verano anterior, aunque fue tal la demanda que tuvo que hacer una selección entre los aspirantes. A los que no consiguieron la plaza por poco, les quedaba la esperanza de ocupar los puestos que dejaran libres los que fueran expulsados, pero esta opción estaba limitada a los dos primeros meses del curso ya que después sería muy difícil para los recién incorporados ponerse al día.

Con el éxito como profesor sus ingresos aumentaron tanto que ya no tuvo que seguir trabajando de camarero los fines de semana, con lo que pudo disponer de más tiempo libre para estar con sus queridas amigas Carmen y Adelaida y para hacer algún escarceo de vez en cuando con alguna otra chica.

Eso sí, tuvo que hacer una excepción, muy a su pesar, porque el préstamo gratuito del garaje tenía una condición no económica, ya que tuvo que admitir como alumna, sin derecho a expulsarla, a Olga, la tan inteligente como caprichosa hija del propietario. Como ya se imaginaba, Olga suspendió los dos primeros exámenes y el oral correspondiente y le dijo que tenía que ir con él a hablar con su padre, que ya a solas le recordó su acuerdo sobre el uso del garaje. Cuando Olga volvió a suspender la tercera semana volvió a hablar con el padre, esta vez él sólo, le dijo que para él su hija estaba expulsada, aunque cumpliría el compromiso de admitirla en clase, le devolvió el dinero cobrado hasta entonces y también le pidió que pusiera una silla adicional ya que admitiría un nuevo alumno (el que debería entrar en el lugar de su hija) El padre accedió y le confesó su preocupación con su hija porque temía, con razón, que no superara el examen de ingreso a la Universidad (los métodos para garantizar la imposibilidad de conocer la identidad del alumno durante el proceso de corrección eran prácticamente imposibles de vulnerar) y le preguntó si tenía alguna sugerencia para mejorar el rendimiento de su hija. Francisco le dijo que quizás había una manera de conseguir que estudiara más, pero para ello él tendría que estar dispuesto a presenciar el examen oral que seguiría haciendo a Olga siempre que ésta hubiera suspendido los dos últimos exámenes. Dicho examen tendría que realizarse el viernes a las ocho de la tarde, justo a la hora habitual de salida de los jóvenes; Francisco procuraría que durara unas dos horas y el padre se tenía que comprometer a quedarse con su hija el resto de la tarde para que ella no pudiera salir.


IV
Al empezar el tercer curso algunas cosas habían cambiado, Carmen se había destacado como la mejor alumna del curso, lo que no impidió que siguiera haciendo grupo con sus dos compañeros habituales.  Continuaba picoteando en sus salidas y cada vez se iba a la cama con Francisco con menor frecuencia; se divertía mucho al decir a sus dos amigos que ya estaba a punto de conseguir su objetivo; de hecho le decía con cierta frecuencia a su amiga Adelaida que seguro que antes de que acabara ese curso se habría acostado con Francisco y que no se preocupara por ella, ya que consideraba a Francisco un amigo; muy bueno, pero solo un amigo, además de que no era celosa en absoluto. En el fondo esperaba que algo así ocurriera, para dejar de recibir a Francisco al que preferiría seguir teniendo como amigo, pero ya sin derecho a roce.

Adelaida, por su parte, se había ido enamorando poco a poco de Francisco, y ya estaba convencida de que era correspondida. Si por ella hubiera sido, ya se habría acostado con él, pero quería que todo pareciera casual y, a ser posible, inducido por Carmen. Pensó que la siguiente Nochevieja Carmen urdiría cualquier excusa para hacerles pasar la noche juntos y entonces sí, ella se dejaría llevar.

Francisco seguía cosechando éxitos con su Academia Gómez, que a pesar de seguir careciendo de instalaciones, no sólo le permitía pagarse la Universidad y vivir con cierta holgura, sino que también le proporcionaba de vez en cuando alguna compañera de cama entre sus antiguas alumnas. La primera había sido Carolina, la alumna que expulsó en el primer verano, que supo aprovechar la invitación a La Tuna para convencerle de que se pasara por su cuarto para explicarle unas cosas que no entendía del todo, y después de una rápida explicación de cinco minutos se las arregló para que se quedara con ella el resto de la noche. La segunda fue Olga, la hija de su mecenas que finalmente había conseguido ingresar en la Universidad en la convocatoria de septiembre, que directamente le dijo que si no quería seguir teniéndola de alumna para el resto de la carrera, esta vez con clases particulares durante todos los cursos, tendría que pasarse a verla una vez al mes para explicarle cuatro cosas y para acompañarla el resto de la noche (lo de las explicaciones era la excusa perfecta para que su padre estuviera contento de ver a Francisco por su casa de vez en cuando)Ante la sorpresa de Francisco, y sus protestas por intentar hacerle faltar a su estricta ética en el trato con sus alumnos, Olga le respondió con gran descaro que la elección era sencilla, o mantener su ética y mantenerla a ella como alumna permanente, o aplicar el mismo criterio que había usado con Carolina, que después de haber terminado su relación escolar había pasado a ser una compañera de la Facultad como cualquier otra, lo que la permitía compartir la cama con él si ambos estaban de acuerdo. Olga terminó su discurso recordándole que era muy conocido en la Facultad por tres características: ser miembro del trío de alumnos más famoso por su excelencia académica, ser el mejor profesor de academia entre los que se ganaban la vida en el ámbito de la Universidad de Murcia y, sobre todo para las chicas,  por ser incapaz de decir que no a ninguna chica medianamente agraciada que le tirara los tejos (excepto, obviamente, si la chica era una alumna en activo de Academia Gómez)

El trío formado por Carmen, Adelaida y Francisco seguía mejorando en el aspecto académico, aunque cada vez era más patente el siguiente orden de excelencia académica: Carmen terminaría siendo la mejor alumna de la Universidad de los últimos veinte años, Adelaida habría sido la mejor alumna en la mayoría de las promociones, pero no en la suya porque estaba Carmen, y Francisco estaba entre los veinte mejores de su promoción, lo que le permitiría encontrar un buen trabajo e incluso elegir entre varias empresas de las mejores.

Carmen sorprendió a sus amigos a mitad del otoño cuando les pidió que la acompañaran durante todo un fin de semana para explicarles la Tesis Doctoral que se proponía hacer. Estaba segura de haber encontrado una vía para revolucionar el transporte interestelar de las personas, ya que había encontrado la forma de hacer una copia exacta en código binario de todas las moléculas y su posición exacta, proceso que funcionaba con cualquier animal, incluidos los de la especie humana. Para poder reconstruir al ser vivo con las mismas características que tenía al ser copiado sólo le faltaban algunos procesos complementarios, para lo que necesitaría la ayuda de los dos amigos: Francisco debería dedicar su Tesis al transporte rápido y fiable al cien por cien del código binario a distancias interestelares, y Adelaida debería hacer una Tesis dedicada a sintetizar las dos mil moléculas que todavía faltaban para poder disponer de todas y cada una de las moléculas que se pueden encontrar en un ser humano. Por descontado, cada uno haría su Tesis en un Departamento distinto, a ser posible con tutores que se llevaran entre sí mal o muy mal, y con una apariencia de absoluta hermeticidad entre las tesis de los tres. Sólo una vez al trimestre, durante un fin de semana oficialmente destinado a recordar los viejos tiempos y sin que se admitiera a ningún intruso, por muy pareja que fuera de alguno de ellos, pondrían en común la evolución de los trabajos de cada uno.            

Carmen era muy lista, y sabía que obtendría el apoyo de sus amigos, porque no tenía la menor duda de que para cada uno de ellos el tema de la tesis elegido para ser desarrollado les iba como anillo al dedo. Además cada tesis era absolutamente independiente de las otras y sólo la de Carmen se vería muy beneficiada si las otras prosperaban como ella preveía, de hecho si no fuera así ella tendría que incluir esos aspectos en la suya en caso de que el éxito no fuera rotundo en alguna de las de sus amigos.

Carmen tenía todo planeado, los tres serían Ingenieros de Transporte en junio de 2973, Adelaida y Francisco se doctorarían entre junio y septiembre de 2976 y ella lo haría un año más tarde. Si todo le iba bien, conseguiría hacer el fototransporte del primer ser humano en el  año 2981. Finalizada la exposición detallada de Carmen, poco antes de la cena del sábado, Francisco y Adelaida se quedaron atónitos. Carmen les echó en cara que no le hicieran preguntas sobre el proyecto, ya que a ella se le ocurrían unas cuantas decenas y no tenía todavía la respuesta para unas cuantas de ellas, y ellos le pidieron un respiro, al menos hasta después de cenar, para asimilar tanta información y para hacerse a la idea de los que les esperaba. 

Terminada la cena, bastante frugal para que no les entrara sueño antes de lo deseable, continuó la sesión de trabajo ya con una animada participación de los otros dos amigos. Terminaron a las tres de la mañana, cuando se fueron quedando dormidos estirados en la alfombra/colchón del salón de la casa rural que habían alquilado y cuando a la mañana siguiente se despertó Francisco se dio cuenta de que estaba siendo abrazado por las dos, una a cada lado, aunque no se había comido un colín. De todas formas ya supo lo que diría a sus amigos cuando el lunes le preguntaran si había dormido sólo o acompañado.

Después de desayunar, Adelaida y Francisco se prometían una jornada feliz y descansada, cuando el terremoto Carmen les sacó de su error y les puso a preparar el guión de todas las tareas del proyecto que iban a avanzar hasta que terminaran la carrera. Sólo les dejó una semana de vacaciones al año que, eso sí, podían dedicarla si querían a pasarla los tres juntos repasando la marcha del proyecto. Así pasaron el resto del domingo, con un par de pequeños descansos para comer y cenar. A la una de la madrugada del lunes terminaron el trabajo y a las siete de la mañana tenían que salir para llegar a tiempo a la Universidad. Se pusieron a dormir como la noche anterior y Francisco renegó para sus adentros por haber tenido que desperdiciar dos noches durmiendo con las dos chicas que más le gustaban, pero sin hacer otra cosa distinta que dormir. Ya no estaba tan seguro de tirarse ningún farol ante sus amigos cuando le preguntaran por el fin de semana en trío, y empezó a madurar una respuesta que no diera ningún tipo de detalle y dejara campo para la imaginación de sus compañeros.        

El resto del curso lo pasaron dedicando casi todo el tiempo libre a sus respectivas tesis, aunque como todavía trabajaban en solitario, Adelaida y Francisco pasaban los fines de semana juntos.

La intuición de Adelaida se cumplió, ya que Carmen se las apañó para montar una Nochevieja muy especial. Alquiló la misma casa rural y redujo el número de invitados a cinco parejas, una por dormitorio que necesariamente debería ser compartido por los dos miembros de la pareja. Sólo una de las parejas era una pareja consolidada, pero no había lugar a error, cada persona sabía con quien compartiría el dormitorio y Adelaida lo haría con Francisco.

La fiesta, que empezó con la cena y siguió hasta las dos de la madrugada, fue muy alegre y divertida, y cuando llegó el momento de ir a dormir, Adelaida sorprendió a Francisco esperándole en la cama totalmente desnuda. Francisco se aseguró de que su amiga no hubiera bebido de más, y cuando comprobó que estaba totalmente sobria se decidió a pasar la noche de fin de año más placentera de su vida. En los días siguientes, la pareja puso las bases de su nueva relación y Adelaida confió en que la carga de trabajo no le dejara a Francisco nada de tiempo para sus escarceos amorosos con las demás chicas. Carmen aprovechó la coyuntura para dejarle claro que no quería volver a verle en su cama, con la escusa de no interferir en la nueva pareja y Francisco, en el fondo, agradeció la simplificación de su vida amorosa que, por otra parte, les daba a él y a Adelaida una tapadera perfecta para los trabajos iniciales de su tesis.

Lo que Francisco no pudo evitar fue la visita mensual a su amiga Olga que para él tenía ya múltiples sentidos, el acordado inicialmente con ella de evitar tenerla como alumna en la academia, el nunca declarado a nadie, casi ni a él mismo, de mantener la relación amigable con el padre de Olga, que quien sabe si le serviría cuando acabara la carrera, el nuevo interés derivado de la amistad sincera que, poco a poco, fue profundizando entre Olga y él, y la realidad de que físicamente le gustaba hacer el amor con ella y mantener, aunque en una medida mucho más reducida, su gusto por la variedad.

Los resultados del curso fueron muy buenos para el trío de amigos. Sus calificaciones siguieron la tónica habitual, los trabajos preparatorios de las tesis avanzaban a buen ritmo, la pareja de Adelaida y Francisco se había consolidado y ya habían decidido empezar a vivir juntos en cuanto dejaran sus actuales cuartos de estudiantes, nada más terminar el curso. Carmen tenía menos tiempo para sus ligues, pero le apetecía mucho más dedicarse a su proyecto, y finalmente propuso a sus amigos que pasaran juntos una semana de vacaciones, pero ellos sólo lo aceptaron si ella adquiría el compromiso de no dedicar más de dos horas al día a poner en común sus avances.


V
Los cursos cuarto y quinto fueron, aparentemente, los más aburridos; al menos eso imaginaban los que les rodeaban, ya que imaginaban que fuera de las clases y los trabajos, y la actividad en la academia por parte de Francisco, la pareja se dedicaba a pelar la pava y Carmen a buscar nuevos ligues tan lejos que ya nadie se la encontraba ni por casualidad.

Solo Olga tenía una impresión diferente, pero no la compartía con nadie. Su amistad con Francisco continuaba aumentando, las preguntas académicas ya casi no les ocupaban tiempo, porque ella dedicaba mucho más tiempo al estudio ya que le había tomado gusto a la carrera, y el tiempo de sus encuentros mensuales lo dedicaban a charlar hasta que se iban a dormir juntos.

Para Olga estaba muy claro que la actitud de Francisco no era la de alguien con una cantidad de tiempo libre relevante y con una actividad fundamentalmente lúdica, muy al contrario, le daba la impresión de que andaba más escaso de tiempo que nunca, pero no tenía la menor idea del motivo. Su padre había aceptado que Francisco pasara con ella, en su habitación, la noche de su encuentro mensual y solo les pedía que a la mañana siguiente desayunaran los tres juntos. Estaba muy agradecido a Francisco por la influencia tan positiva que había tenido sobre su hija, y no solo en los estudios, y tenía la secreta esperanza de que al final acabaran juntos. Si así fuera, Francisco podría convertirse en una pieza fundamental de sus negocios, pero todavía era demasiado pronto para plantear nada.

Lo cierto era que los tres amigos dedicaban hasta la última hora de que disponían a su proyecto. Cada uno por su lado ya iba lanzando sus redes a los posibles directores de cada una de sus tesis para que aceptaran no sólo el tema sino también el alcance. No faltaron catedráticos que deseaban dirigir las tesis, especialmente la de Carmen, pero querían llevarles a sus líneas de investigación y al final los tres decidieron dirigirse a otros profesores con menos prestigio, pero que, por ese mismo motivo, estuvieran dispuestos a aceptar que fuera el doctorando el que llevara la tesis en la línea que deseaba.

Todos ellos consiguieron pasar la criba con facilidad, cuando después de terminar el curso llegó el momento de presentar sus propuestas de temas de tesis a dirigir a partir del curso siguiente, ya que el objeto de cada una de las tesis estaba mucho más elaborado que ningún otro y, por otra parte, los catedráticos no se ocupaban de ese procedimiento ya que ellos tenían el privilegio de no tener que pasar por el análisis del claustro los temas de las tesis que fueran a dirigir personalmente.

Como era de esperar los tres acabaron sus carreras sin ningún problema y con un descanso mínimo se pusieron a trabajar en sus respectivas tesis que fueron desarrollándose tal y como Carmen había previsto. Francisco se doctoró en junio de 2976 y Adelaida lo hizo al mes siguiente. Carmen lo hizo en mayo de 2980, un mes en el que nadie más leyó la tesis, por lo que la suya resultó el bombazo del año. De nada sirvió que los miembros del tribunal, todos ellos catedráticos que le habían intentado convencer años atrás de que su idea no tenía futuro alguno, hubieran hecho trabajar a sus equipos a destajo para buscar fallos a aquel trabajo que al final, dada su extraordinaria calidad, no les dejó otra alternativa que rendirse ante la evidencia, ya que con certeza iba a suponer una revolución en el transporte sideral.

Una vez obtenido el doctorado, por descontado con la máxima calificación ya que, muy a su pesar, todos los miembros del tribunal se vieron obligados a no rebajar una sola décima, cosa que nunca antes había ocurrido en esa Universidad, ya que todos eran conscientes de que el que lo hiciera pasaría a la historia como un inepto. Carmen pasó el verano de despacho en despacho, hablando con altos funcionarios para obtener el permiso provisional para desarrollar su proyecto, y al final lo consiguió. Ningún político relevante estaba dispuesto a no aparecer en la foto del día en que esa mujer excepcional presentara al mundo su obra, una vez que estuviera suficientemente contrastada y mucho menos a que su foto apareciera explicando su falta de apoyo al proyecto.

La Universidad de Murcia, una vez conocido por el público en general el alcance de la tesis, tuvo que lidiar con la avalancha de peticiones de todo tipo que le llovían de todo el mundo. Los mejores profesores del mundo querían estar allí, las solicitudes de plaza por parte de los potenciales alumnos eran varios miles de veces más elevadas que las plazas disponibles y las ofertas de financiación por parte de mecenas de todo el mundo desbordaban la capacidad de gestión de fondos de la Universidad. Pero Carmen Rommel, por decisión propia, pasó inmediatamente a ser una ex-alumna sin mayor vinculación con su Universidad. Su proyecto era otro y la Universidad ya no le podía ofrecer ningún apoyo valioso para ella.

Adelaida y Francisco también habían hecho casi todo lo que podían hacer por su proyecto. Sólo les faltaba cumplir un último servicio a favor del plan de Carmen, antes de irse muy lejos con la pretensión de que en unos pocos lustros nadie les relacionara con la actividad de su amiga.

A Carmen le costó más tiempo de lo que imaginaba que los dos accedieran a formar parte del primer grupo de voluntarios para ser fototransportados, no porque vieran mayor riesgo en la operación, ya que nadie, a excepción de Carmen, conocía con tanta profundidad todos los detalles del proyecto como ellos, ni era tan consciente de la cantidad de pruebas que ya se habían realizado con animales superiores.

Carmen había llegado a fototransportar hasta la luna a Murdog, su perro boxer de cinco años, que cuando llegó a la Luna se encontró con Adelaida y Francisco que le esperaban, y no tuvieron la menor duda de que era el mismo animal, porque les reconoció al instante. En los meses siguientes no hubo ninguna cosa rara en su comportamiento y siguió viviendo plácidamente hasta que murió a los once años de edad, no sin antes haber llenado de babas en multitud de ocasiones a su dueña y a la pareja amigos a los que tanto quería.


VI
Aida respiró cuando Adela entró en su apartamento. Obviamente no tuvo el menor problema para reconocerla pero se quedó tranquila al ver que su aspecto no podía inducir a nadie a pensar que se parecían como dos gotas de agua. Sin duda había sido un acierto que ambas decidieran en su día adaptar su aspecto lo máximo posible a las costumbres de sus respectivos lugares de residencia.

Aida y Paco habían llegado a la Luna cuando los controles prácticamente no existían, pero eso no impedía que estuvieran con el estatus de ilegales, tolerado a cambio de que aceptaran trabajar por mucho menos dinero y de que bajo ningún concepto se vieran involucrados en ningún lío en el que interviniera la policía. Pero eso podía cambiar en un plazo breve si el nuevo líder ultraconservador se convertía en el apoyo necesario para que el partido conservador siguiera gobernando, ya que había prometido que no quedaría un solo ilegal en la Luna y quedaba menos de un año para las elecciones.

Aida y Paco, sin embargo, habían encontrado una solución que ella solo le podría contar a Adela en Ganimedes, por motivos de seguridad. A estas alturas, posiblemente Paco ya se lo estaría contando a Quico y si en tres días no se presentaba en la Luna querría decir que el proyecto iría adelante.

La forma en que Adela viajaría era muy sencilla, ya que iría con la documentación de Aida, que había conseguido duplicarla sin mayor problema gracias a sus contactos. Se vestiría como Aida y se pondría una peluca con el mismo corte de pelo y había memorizado bien el sistema de transporte público para llegar a casa de su amiga, su casa según la documentación oficial.

Paco y Quico, después de terminada la película empezaron a hablar sobre si ellos ya eran dos personas distintas, como cualquier pareja de gemelos idénticos o si seguían siendo la misma persona.

Tenían argumentos para defender las dos opciones. La vida única durante los primeros treinta años hacía que su carácter y sus gustos fueran prácticamente idénticos, pero la vida diferente durante los últimos quince años hacía que fuera imposible negar que tenían algunas vivencias, recuerdos y sentimientos distintos, a pesar de que sus respectivas parejas estuvieran en su misma situación.

Casi simultáneamente se les ocurrió a los dos la misma idea: ¿y si a la primera oportunidad se cambiaban el uno por el otro, para comprobar si sus mujeres lo notaban y si ellos mismos notaban los cambios en sus mujeres?

Pensaron que lo único que les podía pasar era que tuvieran una buena bronca por parte de ellas, si les descubrían y, como intuían los dos, no le veían la menor gracia al experimento ideado. Decidieron ponerlo en práctica, para lo cual deberían tomar algunas precauciones para poner en común los hábitos diarios y contarse alguna anécdota que sólo pudiera conocer su pareja.

La mejor ocasión la tendrían cuando los cuatro se reunieran en Novaterra, que era el planeta de destino para Adela y Quico. Novaterra era un planeta independiente que estaba negociando la incorporación a la Confederación Interestelar. Aida había viajado con cierta frecuencia a Novaterra por trabajo y había desarrollado una relación muy estrecha con Elena Leibniz, la dirigente del Partido Unionista desde la época en que éste todavía tenía pocos adeptos para su causa, aunque ahora ya presidía el gobierno del planeta. De cara al ingreso en la Confederación, Elena le había pedido que se trasladara a vivir a Novaterra, ya que necesitaba una persona de su valía y especialidad que además fuera de su entera confianza. Aida le había dicho que ella no podía ir, pero que le podía sugerir a su hermana gemela Adela, que tenía la misma formación y le serviría igual que ella.

La única condición era que previamente al ingreso de Novaterra en la Confederación, Adela y su marido Quico tendrían que haber obtenido papeles nuevos, como si fueran residentes en Novaterra ya que estaban como ilegales en La Luna. Tras algunas conversaciones, Elena aceptó con la condición de poder tenerlas juntas a las dos durante un par de meses para comprobar que eran igualmente válidas.

Para asegurarse de que realmente eran tan iguales como Aída le decía les haría una prueba que consistiría en que las dos harían las mismas tareas pero, cada mañana, ella elegiría al azar con cuál de ellas despacharía ese día y una vez convencida, su hermana podría quedarse con su marido y los dos adquirirían una identidad nueva de Novaterrenses con más de diez años de permanencia, lo que evitaría cualquier problema de papeleo con la Confederación cuando se produjera el ingreso.

Aprovechando que cuando llegaran a Novaterra tendrían que tener el mismo aspecto, aunque Aida y Paco irían en vuelo regular y Adela y Quico lo harían en la nave del embajador de Novaterra en Ganimedes, ya que así podrían entrar en el planeta sin constar como pasajeros, la pareja de gemelos super-idénticos decidieron que ellos también tendrían que tener la misma apariencia y de esa manera podrían pegar el cambiazo a sus mujeres el mismo día que se juntaran en Novaterra y cuando Aida y Paco volvieran a Ganimedes, esta vez solos, ya lo harían con sus parejas verdaderas, si es que no decidían otra cosa.

Mientras tanto Carmen seguía avanzando con su propio proyecto. Cinco días después de la duplicación de la pareja de sus amigos había hecho la copia en código binario de su propio cuerpo y la había mandado, aunque sin proceder a la reestructuración del cuerpo, a Ganimedes, donde estaría bien guardada para proceder a su recomposición en el momento adecuado. Había conseguido ocultar la muerte de una niña pequeña que había fallecido en aquel satélite junto a toda su familia y, año a año, iba fabricando su historia, como si siguiera viva, para posteriormente poder trasladar su residencia a otro planeta, donde no fuera fácil que coincidiera con nadie que pudiera detectar la trampa y cuando cumpliera los treinta años, ella, la Carmen sesentona, se iría a vivir consigo misma una vez reconstruida para que con treinta años de edad efectiva, aprendiera en un par de años, tres a lo sumo, todo lo que ella hubiera aprendido en esas tres décadas y que iba documentando día a día para facilitar la labor, lo que tendría como maravillosa respuesta una Carmen con treinta i dos o treinta y tres años y los conocimientos y experiencia de 30 años más.

Después la nueva Carmen decidiría si hacer algo similar y en caso de que así fuera la antigua Carmen pasaría el resto de su vida como mejor le pareciera. Si nada cambiaba, podrían repetir el proceso entre 15 y 20 veces lo que llevaría a la última Carmen a haber acumulado los conocimientos de una vida plena de entre 500 y 700 años aproximadamente. Todo ello suponiendo que los avances no permitieran aumentar el número de traspasos y que ninguna de las sucesivas Cármenes decidiera dar por terminada la experiencia con anticipación o alguna catástrofe lo hiciera por su cuenta.

Tenía ganas de saber algo de sus amigos, no las informaciones oficiales, que las conocía al dedillo y en tiempo real, sino a través de contactos personales con ellos y pensó que cualquier año de estos iría a Ganimedes a visitarles.


VII
La llegada a Novaterra supuso unos días de bastante ajetreo. Previamente a la salida de Ganimedes tanto ellas como ellos ya habían adoptado el mismo aspecto, aunque hasta entonces rara vez podían llevar la misma ropa, porque apenas tenían piezas duplicadas; en realidad, en el caso de ellas ninguna.

En las ocasiones en que ellos iban iguales, se habían producido un par de equivocaciones por parte de ellas respecto a quien era quien, lo que les dio muchas esperanzas de que el cambio que habían planeado pudiera tener éxito, a la vez que les animó a irse comportando de forma idéntica para enfado de sus mujeres que no entendían por qué ellos querían parecerse tanto cuando ellas intentaban diferenciarse tanto como podían que, salvo en el maquillaje, tampoco era mucho.

Compraron ropa idéntica, ya que Elena les había pedido que siempre fueran vestidos igual, tanto ellas como ellos, y antes de ir a desayunar pasaban por las manos de los peluqueros que les dejaban indistinguibles para cualquiera que no fueran ellos mismos.

El proceso de trabajo avanzaba muy bien. Durante las dos primeras semanas Elena era capaz de saber con quién despachaba, gracias a las lagunas de conocimiento de Adela, pero después, cuando ya había aprendido todo lo que desconocía del proyecto, se dio cuenta de que era incapaz de distinguirlas. Cuando cumplieron un mes de estancia en Novaterra, Elena las reunió un día para decirles que estaba totalmente satisfecha con los resultados de la prueba, que ya era incapaz de saber con quién despachaba cada día y que por tanto Adela ya podía pasar a hacer plenamente sus funciones. En menos de una semana toda la documentación de Adela y Quico, con esos mismos nombres y todas las demás características estuvo lista con lo que a partir de ese momento, ya llevaban oficialmente algo más de diez años en Novaterra.

En cuanto a la vida familiar, Paco y Quico estaban convencidos de que habían tenido éxito en su experimento, ya que ninguna de las dos había dicho ni media palabra de que tuviera duda alguna respecto a que el que compartía la cama con ella era su marido.

Elena, por su parte, a pesar del éxito adelantado de la prueba, prefirió que Aida cumpliera el plazo de dos meses previsto para la colaboración, para que no pareciera que el fin de su contrato de asesoría se había adelantado, y cuando se acercaba el día de la vuelta a Ganimedes de Aida y Paco, las dos gemelas prepararon una cena de despedida que tenía una bonita sorpresa para sus maridos.

Cuando habían terminado el primer plato, Aida y Adela propusieron un brindis que comenzaron diciendo al unísono:
-      Brindamos por nosotros seis, porque tengamos una larga y feliz vida y porque nos juntemos todos los años en vacaciones para seguir compartiendo nuestras vidas.
-      ¿Habéis dicho nosotros seis? -Respondieron también al unísono los dos varones-
-      Si queridos, porque os tenemos que decir que las dos estamos embarazadas y tenemos fundadas sospechas de que nos hemos quedado el mismo día, o mejor dicho, la misma noche.
-      Así que ¿ese era el motivo de que nos tuvierais a dieta durante dos semanas con la única excepción de una noche en medio? La verdad es que no entendíamos por qué lo habíais hecho.
-      Y lo que tampoco sabéis es que esa noche también nosotras os dimos el cambiazo, así que no os preocupéis, que no ha habido cambio de pareja en la fecundación.

Quico y Paco se quedaron boquiabiertos y, por si acaso, cuando ellas se fueron al baño, seguramente para reírse a gusto de lo que habían hecho, se volvieron a cambiar, ahora por última vez, más que nada para que cada uno tuviera que apechugar con el chorreo de su pareja de siempre.

Los cuatro tuvieron también un desayuno de despedida con Elena, que ya despachaba sólo con Adela, y le dieron la noticia de su próxima doble maternidad. Elena les invitó a que siempre pasaran juntos las vacaciones en Novaterra, porque estaba muy intrigada en conocer como evolucionarían las dos familias con la llegada de los bebés que, por cierto ¿serían del mismo sexo, o no?

Durante aquellos días en Novaterra, Adela y Aida habían seguido hablando sobre la decisión que antes o después deberían tomar respecto a Carmen. Al final decidieron seguir esperando, ya que ahora era mucho más importante consolidar la situación oficial de Adela y Quico y también pasar tranquilamente el embarazo. En conclusión, al año siguiente volverían a hablar del asunto cuando se volvieran a encontrar en Novaterra, ya con sus bebés en casa.


VIII
Los embarazos de las dos parejas transcurrieron sin problemas y todos esperaban el 3 de mayo con ansiedad para tener a los bebés con ellos. El bebé de Aida y Paco se adelantó una semana y nació el 25 de abril, fue un varón y le llamaron Ernesto.

Siete días después, en la fecha prevista, nació Patricia, la preciosa niña que tuvieron Adela y Quico y las dos parejas empezaron a hacer los planes para encontrarse los seis en Novaterra en el mes de septiembre.

Carmen se enteró de los nacimientos en junio, cuando hizo su habitual búsqueda para tener las noticias oficiales de sus amigos. Pensó que sería una buena excusa para verlos y llamó a Adela para felicitarla y cuando ésta le contó que tenían previsto reunirse los seis en Novaterra en septiembre, aprovechó para proponerle que la admitieran en el encuentro durante una semana. Adela le dijo que por su parte no habría problema, pero que prefería comentarlo con el resto antes de darle una respuesta definitiva.

Carmen le propuso que lo hablaran y que ella llamaría a Aida al cabo de dos días y esperaba que entonces ya tuvieran una respuesta. Dos días después llamó a Aida para felicitarla por su hijo y ésta le confirmó que sería bienvenida a la reunión de septiembre. Habían pasado dieciséis años y tendrían un montón de cosas que contarse.

El uno de septiembre Aida, Paco y Ernesto viajaron a Novaterra y se instalaron en casa de sus amigos. El mismo día cenaron con Elena que vio con alegría como las dos parejas estaban felices por tener ya a sus retoños y también por la oportunidad de pasar todo un mes juntos. En esta ocasión Elena ya no tendría problemas de identificación ya que Aida y Paco vestían al estilo de Ganimedes y Adela y Quico ya eran novaterrenses típicos.

El tres de septiembre llegó Carmen, lo que también supuso un encuentro agradable por el tiempo transcurrido, aunque lo fue más para Quico y Paco que para sus mujeres. Se pusieron al día de sus vidas, aunque Carmen fue bastante hermética en lo que se refería a sus proyectos, cosa que extrañó en parte al resto, ya que era evidente que sus campos de actividad eran totalmente distintos, pero tampoco demasiado porque se imaginaban que Carmen tendría algún proyecto super secreto en el bolsillo. Después de transcurridos un par de días, los cuatro llegaron a la conclusión de que a Carmen se le había subido la fama a la cabeza y que difícilmente volvería a haber la camaradería que en tiempos habían tenido los tres estudiantes.

A los tres días Quico tuvo una sorpresa cuando, aprovechando que él estaba solo en la casa con Carmen, ésta le propuso que hicieran el amor, única manera, según ella, de comprobar si la antigua relación seguía vigente o no. Quico aceptó, porque Carmen seguía siendo muy guapa y a él le seguía gustando, y una vez que terminaron de hacerlo tuvo que reconocer que le había gustado y mucho. Lo que Quico no se imaginaba es que al día siguiente Carmen repetiría la operación con Paco con unos resultados muy similares.

Pasada la semana Carmen se marchó, contenta más que nada porque había podido comprobar que todavía tenía una gran influencia sobre Paco y Quico, mucha más que sobre Aida y Adela, a las que había notado no distantes, pero sí absolutamente independientes de ella. Supuso que el motivo sería su reciente maternidad, pero también comprendió que en el futuro no podría contar con ellas para su proyecto. También meditó sobre las diferencias que había encontrado entre Paco y Quico. Era evidente que la dispar experiencia de ambos había hecho que fueran ligeramente diferentes, aunque en los aspectos básicos eran dos gotas de agua, lo mismo que había detectado entre las dos mujeres.

Una vez que Carmen se hubo marchado, poco tardaron Paco y Quico en  comentar lo ocurrido con ella, y estuvieron de acuerdo en que tendrían que estar alerta, porque seguro que Carmen lo había hecho con alguna intención distinta de la declarada. Por suerte para ellos ni Adela ni Aida se habían imaginado que Carmen se pudiera ir a la cama con sus maridos, aunque seguramente la más beneficiada de esta ignorancia había sido Carmen, ya que un año más, las dos gemelas decidieron posponer su decisión. La incorporación de Novaterra a la Confederación seguía posponiéndose, aunque nada hacía pensar que, antes o después, el resultado pudiera ser otro que la unión. De todas formas, para ellos era mejor el retraso, ya que cuanto más tiempo llevaran Adela y Quico en Novaterra más segura sería su nueva identidad de Novaterrenses.


IX
Los años siguieron pasando y las dos parejas continuaron con sus vidas. Aida y Adela volvieron a quedarse embarazadas simultáneamente en 2998 y volvieron a tener dos bebés en las mismas fechas. También fueron de distinto sexo y cada pareja tuvo su parejita. Lucía nació en Ganimedes el 3 de mayo y Jorge en Novaterra el 25 de abril.

La vida en Novaterra era mucho más agradable que en Ganimedes y por ese motivo empezaron a acariciar la idea de juntarse allí, para vivir permanentemente, lo antes posible. Lo consiguieron en el año 3000, año en que los políticos habían decidido que finalmente se llevaría la integración de Novaterra en la Confederación, ya que con motivo de la incorporación todos los trámites del cambio de residencia se hicieron mucho más fáciles.

Con una convivencia tan intensa en los periodos sin escuela, los hijos de ambos se habían hecho grandes amigos y como además los cuatro se parecían como hermanos, como resultaba obvio, mucha gente pensaba que en realidad lo eran. Para evitar posibles complicaciones con los parecidos, habían decidido vivir a una cierta distancia el resto del año, lo que exigiría que los niños fueran a colegios distintos y además pensaron que sería prudente que nunca ninguno de ellos fuera al colegio de los otros.

Aida y Paco decidieron dar un cambio rotundo a su actividad y refundar la “Academia Gómez” que instalaron en la casa que compraron con el dinero que habían conseguido al vender todas sus cosas en Ganimedes. Los inicios de la academia no fueron fáciles, ya que obviamente en Novaterra nadie había oído hablar de la Academia Gómez de Murcia, en la Tierra, y los posibles alumnos eran bastante reacios a aceptar las condiciones, que eran exactamente las mismas de la etapa inicial.

Quico y Adela les animaron a aguantar por lo menos todo un curso, porque sabían perfectamente que acabaría teniendo más demanda de la que Paco podría aguantar, aunque una vez obtenidos los resultados de la primera convocatoria, que como de costumbre fue del 100% de éxito entre los alumnos no expulsados y aproximadamente de un tercio de los que habían sido expulsados por insuficiente esfuerzo, pasó algo parecido a lo que ocurrió en Murcia y se desvanecieron todas las preocupaciones respecto a la viabilidad de vivir de la academia.  

Las dos parejas pensaron que sería buena idea ampliar la costumbre de pasar los meses de septiembre juntos a hacerlo durante todos los periodos de vacaciones escolares. Dado que Paco no tendría que dar apenas clases durante esos periodos decidieron pasarlas en la casa de Adela y Quico.

En 3004 Paco recibió una comunicación de Olga Ferrer, su antigua alumna y amiga, que le dijo que le gustaría hablar con él, no solo porque creía que seguían siendo buenos amigos, aunque hiciera muchos años que no sabían nada el uno del otro, sino también porque se había enterado de que había vuelto a funcionar la Academia Gómez y quería pedirle el favor de que acogiera en ella a su hija, que se llamaba Olga, como ella, y tenía una forma de ser bastante parecida a la que ella tenía a su edad. Le pedía este favor, para ella muy importante, porque creía que era la única manera de conseguir que su hija estudiara lo suficiente para ingresar en la universidad y hacer una carrera. A Paco le sorprendió que Olga se hubiera puesto en contacto con él porque, por lo que ella le había dicho, había seguido viviendo en Murcia todo el tiempo y no entendía como se había podido enterar de la existencia de la Academia Gómez en Novaterra, y menos aún que su hija quisiera estudiar en Novaterra.

Se lo comentó a Quico y ambos decidieron convocar una reunión a cuatro para decidir cómo actuar, ya que si por cualquier motivo Olga llegaba a enterarse de la existencia de las dos parejas, su secreto podría correr el riesgo de hacerse público.

Adelaida había conocido de refilón a Olga en la etapa de la Universidad y siempre había sospechado que la relación entre ella y Francisco había sido más íntima de lo que él le había contado. Para Aida y Adela eso ahora no tenía ninguna importancia, pero preferían no tener que pasar por el mal trago de que ella les viera y se enterara de que eran dos parejas de gemelas idénticas, porque tardaría muy poco en darse cuenta de lo que había ocurrido en realidad.

Pensaron que lo mejor sería hacerle ver que si quería asistir a la Academia Gómez, su hija tendría que ir a vivir a Novaterra, con la esperanza de que esa perspectiva no le gustara mucho y se contentara, en el peor de los casos, con que diera las clases para poder ingresar en la Universidad de Murcia. Así se lo hicieron saber a sus maridos, dejándoles bien claro que era preciso que Olga hija nunca supiera que eran dos parejas idénticas, y por eso sólo debía conocer a Paco y, en todo caso, a Aida.

Paco volvió a conectar con Olga para contarle lo que opinaba y le pareció adivinar que Olga tenía previsto que ellos dos tuvieran algún encuentro. También se dio cuenta de que andaba bastante bien de dinero y que ese aspecto no sería ningún inconveniente. Al final tuvo que ofrecerse para arreglarle el papeleo a su hija en Novaterra, lo que le permitió buscarle un alojamiento situado de tal manera que difícilmente les daría la ocasión de encontrarse fuera de las clases. Asimismo, él y Aida llevaban tiempo pensando en ampliar algo la Academia Gómez y aprovecharon esta circunstancia para trasladarse a un local mucho más amplio y situado más cerca de la Universidad y, sobre todo, bastante alejado de su casa.

Ese cambio también supondría que Aida daría más clases y cedería la mayor parte de las tareas administrativas a una persona especialmente contratada para ello, lo que a ella le apetecía bastante, especialmente ahora que los hijos ya no requerían su atención continua, y podría dar sus clases durante el horario escolar de los niños.

Cuando Paco y Aida fueron a recoger a Olga hija a su llegada a Novaterra se dieron cuenta, especialmente Paco, de que realmente se parecía bastante a su madre. Su actitud como estudiante era también muy parecida a la que ella había tenido cuando conoció a Francisco, y Paco pensó que lo mejor era tener una conversación a solas con ella, para después adoptar la actitud que le pareciera más adecuada para involucrarla en el estudio.

Como todavía faltaban unos días para empezar el curso, le sugirió que fueran a comer los dos juntos al día siguiente para dejar todo preparado de cara al inicio del curso, de manera que ella dispusiera del resto de los días para conocer un poco la ciudad y el ambiente estudiantil en el que se tendría que integrar.

Como Paco se imaginaba, Olga empezó la relación intentando ser ella la que llevara la voz cantante, para lo que empezó por hacerle notar que conocía bastante bien la relación que hubo entre ellos dos y también con su abuelo. Paco la escuchó atentamente y cuando ella terminó su relato le dijo que era evidente que tenía bastante información sobre la época en que él estudiaba y que ahora esperaba que también le contara cuales eran sus intereses para el curso que empezaría en unos días. Ella le dijo que si estaba allí era porque su madre prácticamente se lo había impuesto, porque no estaba nada contenta con su rendimiento escolar, aunque también había influido positivamente la expectativa de libertad total que tenía al estar tan lejos de su madre:
-      Paco, espero que mi madre no te haya encargado que vigiles mis pasos en Novaterra, porque es algo que no consentiré en absoluto.
-      Olga, en ese aspecto puedes estar más que tranquila porque tu madre quiere que hagas tu vida con total libertad, con la única condición de que tengas un buen rendimiento escolar. De modo que, al margen de las clases, no tendremos apenas ninguna relación aunque, eso sí, si en algún momento quieres que te ayude en algo, no tendrás más que pedirlo.
Supongo que, aunque no lo has comentado, conoces a la perfección las reglas de la Academia Gómez, que se han aplicado a rajatabla a todos los alumnos de las dos etapas, con la única excepción de tu madre por razones que seguramente conoces.
-      Sí Paco, mi abuelo me ha contado todos los detalles de vuestra relación profesor-alumna y mi madre unos cuantos de vuestra relación de amistad, así que puedes ahorrarte ese sermón, aunque ya puedes ir pensando en que conmigo tendrás que hacer la segunda excepción, porque no te veo devolviéndome a La Tierra en uno o dos meses, y ya sabes que no me apetece mucho dedicar mi tiempo al estudio.
-      Por el momento serás una alumna más y te agradeceré mucho que no me hagas pasar por la situación de tener que expulsarte de la Academia, pero no dudes que si no das el nivel, por mucho que me cueste, lo haré.
-      Me temo que tendrás que pasar por ello, salvo que prefieras darte por no enterado y dejarme que haga lo que yo prefiera.
-      Pues yo espero que al final tu rendimiento sea, como mínimo, equivalente al que tuvo tu madre, después de los tira y afloja que seguramente te han contado ella y tu abuelo. La verdad es que tengo la sensación de haber vuelto al pasado, al momento en que tu madre tenía tu edad actual, ya que físicamente os parecéis bastante y tu actitud también es muy parecida. Si no necesitas nada más de mí, te acercaré a donde quieras y después me iré con mi familia. Si hablas con tu madre, dale muchos recuerdos de mi parte aunque, como te puedes imaginar, no creo que tardemos mucho en hablar nosotros.
-      No hace falta que me acerques a ningún sitio porque tengo previsto ir bastante cerca. La verdad es que ha sido una comida agradable, pero me temo que mi actitud respecto a los estudios no cambiará mucho, aunque me deja bastante tranquila el saber que no tienes previsto interferir en mi libertad.

Pocos días después empezaron las clases y Paco pudo comprobar que el parecido entre madre e hija era realmente muy grande. Olga también se dio cuenta al ir comprobando como Paco le desmontaba todas sus tretas y artimañas. Era obvio que nadie le podía advertir de lo que tenía pensado hacer o decir, porque nadie salvo ella lo sabía, pero era también evidente que incluso a veces él le adelantaba los argumentos que ella tenía previsto usar para descolocarle. A las pocas semanas, tras haber sufrido alguno de los exámenes que tenían que hacer los que no daban el nivel exigido, Olga le pidió que volvieran a tener una conversación como la primera, porque quería ver cómo podían solucionar el asunto de forma amigable.

Paco aceptó y la invitó a comer en el mismo lugar que la primera vez. Olga volvió a intentar conducir la reunión a su antojo pero sólo lo logró al principio porque Paco le pidió que le expusiera toda su propuesta, propuesta que él escucharía sin abrir la boca hasta que ella le dijera que ya había terminado.

Olga le expresó sus quejas por las repercusiones económicas de su falta de interés. Era obvio que le contaba a su madre todo lo que hacía y lo que no hacía en el ámbito de sus clases y le reprochó que lo hiciera con tanto detalle y exactitud porque el resultado final era que tenía que reconocer delante de su madre que no hacía todo lo que debía y la conclusión fue el ahogamiento económico más absoluto: Su madre pagaba la universidad y el alojamiento, así como las clases de la Academia Gómez, pero le había retirado hasta el último céntimo de su dinero de bolsillo, que incluía la alimentación, el vestido y el transporte. No le parecía razonable que se hubiera tenido que buscar un trabajo para poder comer y hacer alguna cosa.

Paco le explicó que efectivamente hablaba con su madre todas las semanas y le daba toda la información, incluso la que ella no conocía. Lo que luego hiciera su madre con ella era cosa de las dos y él no entraría en esos asuntos familiares.

En cuanto a su propuesta de rebajar el nivel de exigencia le dijo que no lo haría de ninguna manera. De hecho al día siguiente le comunicaría a su madre que estaba expulsada de la Academia porque, como ella sabía de sobra, había acumulado los suspensos que llevaban a esa situación.
-      ¿Significa eso que el lunes habrá un nuevo alumno, o alumna, que ocupará mi lugar?
-      Sí Olga, eso es exactamente lo que ocurrirá, pero tú ya lo sabrás porque me imagino que habrás mirado la nota de tu última prueba.
-      Si, la he visto y francamente no me esperaba que por un punto sobre cien que me faltaba para superar la prueba no hayas moderado la decisión.
-      Olga, eso es lo que pasa, a veces, cuando afinas tanto el esfuerzo para pasar por los pelos el listón. Ya te dije que serías como cualquier otro alumno y que no haría contigo ninguna excepción, ni para bien ni para mal.
-      Entonces ¿será ahora mi estatus el de una asistente pero no miembro del grupo? ¿cómo se lo explicarás al resto?
-      No te daré ninguna explicación de lo que haga, ni a ti ni a nadie. Tú has perdido tu puesto en el grupo y será ocupado por otra persona que muy probablemente aprovechará las clases mucho mejor que tú.
-      ¿Qué me recomiendas que haga?
-      Creo que tendrás hoy mismo una larga conversación con tu madre y seguramente ella te dará las pautas que debas seguir. Por mi parte, mi única recomendación es que cambies de actitud y que dediques el tiempo necesario para preparar el ingreso y si lo haces así, creo que lo aprobarás, porque capacidad para ello tienes de sobra.
-      Por lo menos dejarás de tener las conversaciones semanales con mi madre sobre mi aplicación en los estudios.
-      Si eso es lo que acuerdas con ella, así será. Ahora Olga me tendrás que disculpar, pero tengo cosas que hacer. Siento que no hayas querido continuar en la Academia, pero es tu decisión y yo la respeto.

Como Paco se temía, la cosa no le resultó tan fácil con la madre, que después de darle la razón en todo y de disculparse por la actitud de su hija, le pidió que hiciera el mismo tipo de excepción que había hecho con ella décadas atrás, cuando se había comportado como ahora lo hacía su hija.

Paco le hizo notar que la presión de tener que cerrar la Academia si no hacía la excepción ahora no existía y Olga, tras decirle que era plenamente consciente, le pidió que considerara su petición como la petición de una vieja amiga que no veía otra salida para que su hija ingresara y que por descontado contara con que ella haría lo que le pidiera.

Paco le dijo que lo consultaría con su mujer, pero que no tenía muchas esperanzas de que la respuesta fuera la que ella quería y Olga le dijo que si al final no podía hacer la excepción ella tendría que ir a Novaterra para ver como solucionaba la cuestión.

Tuvieron una reunión a cuatro y tanto Aida como Adela se mostraron partidarias de que hiciera una excepción similar a la que había hecho en Murcia. Quico y Paco se sorprendieron bastante, pero cuando lo hablaron a solas pensaron que seguramente lo que ellas querían evitar era que Olga madre apareciera por Novaterra. Al día siguiente Paco llamó a Olga para decirle la decisión y para pedirle que fuera ella la que pusiera las condiciones concretas de esta excepción.
El lunes siguiente Olga se presentó en clase con cara de muy pocos amigos, pero empezó a dedicar mucho más tiempo a la preparación y ya no volvió a suspender ningún otro examen en el resto del curso. Se vio obligada a explicar a sus compañeros que su madre había conocido a Paco cuando ambos eran estudiantes y eran muy buenos amigos, tanto que su madre había conseguido que le permitiera asistir de oyente y ella ya no se podía permitir fallar en una sola prueba más si no quería volver a la Tierra a seguir la preparación en casa de su madre y bajo su supervisión directa y continua.

Cuando el curso estaba a punto de terminar, en una de las conversaciones semanales con Olga, ésta le dijo que al día siguiente iría a Novaterra. No le había dicho nada porque no le quería molestar, pero acababa de recibir un mensaje de video de su hija en la que simplemente le hacía una pregunta:
-      ¿Mamá, porque no me habías dicho que Paco tiene un hermano gemelo que además está casado con la hermana gemela de su mujer?
No le quería molestar, pero sí que le tenía que pedir que le dijera la versión oficial de su familia, porque su hija la cosería a preguntas en cuanto volviera a sacar el tema a relucir.

Paco le dijo que la iría a buscar a su llegada y le contaría en persona lo que le pedía. Por suerte su hora de llegada coincidía con el horario lectivo de Olga y tendrían tiempo suficiente para que se pusiera al día.

Paco tuvo que convocar una reunión urgente de los cuatro para tratar el asunto y fijar la versión oficial, que deberían escribir para no decir nada diferente. Los papeles oficiales existentes en Novaterra decían que eran dos parejas de hermanos gemelos, nacidos en el mismo año de 2951 en la Tierra, a tan solo unos 500 km de distancia unos de otros.

Aida y Paco se conocieron en Murcia, en la Universidad y Quico y Adela se conocieron más tarde, cuando sus hermanos ya eran pareja. Las dos parejas de gemelos se habían separado al ir a la universidad por el mismo motivo: estaban hartos de ser tratados como unos bichos raros por el hecho de ser iguales y después vivieron en dos satélites bien distintos (La Luna y Ganimedes) por la misma causa. Al llegar a la madurez decidieron que ya estaba bien de estar separados por motivos totalmente ajenos a sus deseos, ya que lo que preferían era estar juntos y que la oportunidad de haber pasado varios veranos seguidos el mes de vacaciones juntos les había permitido comprobar que su círculo en Novaterra les aceptaba como personas diferentes aunque fueran físicamente iguales.

Les pareció que la historia era sencilla y que no contenía peligro alguno, más allá de que Olga madre se daría cuenta de lo que en realidad había pasado, así que sería cuestión de que Paco y Quico se encargaran de que guardara el secreto.

Cuando Olga madre llegó a Ganimedes se encontró con Paco que la esperaba y pasaron un par de horas charlando. Olga escuchó atentamente todo lo que Paco le contó, especialmente la explicación de la doble pareja de gemelos, y simplemente le dijo a Paco:

¡Qué calladito te lo tenías, pillín! Estaré encantada de conocer a tu gemelo y ver si también me lo puedo ligar, más que nada para comparar, porque siempre he tenido curiosidad por saber si los gemelos son tan iguales como parecen o tan distintos como ellos dicen. Espero que vuestras mujeres no se enfaden, si es que se lo decís, pero si consigo llevaros a la cama a los dos, por separado eso sí, habré satisfecho mi curiosidad y como soy muy discreta, ya lo sabes, no comentaré nada de esto con nadie, ni aquí ni en La Tierra, excepto lo que sea inevitable con mi hija.

Olga estuvo una semana en Novaterra, le contó la historia a su hija y le dijo que si nunca le había dicho nada era simplemente porque hasta entonces sólo sabía que tanto Paco como Aida tenían su hermano gemelo, pero en realidad nunca había conocido a Adela ni a Quico, hasta esta ocasión en que había venido a Novaterra. Aprovechó el tiempo para meter en cintura a su hija, aunque ya era obvio que había mejorado, y mucho, en los estudios, y pasó tres noches alternas con Paco y con Quico, las cuatro últimas por sorteo, en las que pudo comprobar que eran muy parecidos, pero ligeramente distintos, y a su vuelta a La Tierra pensó que había sido una pena que no fuera ella la que tuviera su propia hermana gemela que, obviamente estaría casada con Paco o con Quico, lo que hubiera tocado. Los cinco tuvieron la precaución de que nunca Olga hija estuviera más que con uno de ellos que siempre respondía al nombre de Paco, por si en algún momento alguien le preguntaba algo.

Carmen Rommel, por su parte, continuaba con su proyecto y estaba cada vez más expectante a medida que se acercaba el esperado 3011, año en el que la nueva Carmen, oficialmente María Hess, aparecería físicamente en el mundo.

En los papeles oficiales de María Hess, iba añadiendo fotos en las que tenía la apariencia que debería dar a su alter ego en cuanto la reconstruyera, cosa realmente fácil en aquella época y que no le llevaría más que unos pocos minutos.

Había vuelto a felicitar a sus amigos cuando tuvieron a su segundo hijo, aunque en aquella ocasión se abstuvo de ir a visitarles. Tenía algunos planes para que en su día los niños entraran en contacto con María Hess, que sería dieciséis y dieciocho años mayor que ellos, de forma que bien podría ser su profesora o su mentora.

En 3006, Carmen llamó a sus amigos para darles una primicia. Volverían a vivir todos en el mismo planeta, porque había decidido aceptar la invitación de la Universidad de Novaterra para hacerse cargo del departamento de teletransporte. Les dijo que creía que para ella había llegado el momento de empezar a vivir con más tranquilidad y en un ambiente más agradable y que ese puesto y ese planeta cumplía todas las condiciones, además de que esperaba que tuvieran la oportunidad de mantener el contacto, ya que vivirían en ciudades diferentes, pero tampoco demasiado alejadas, lo que les permitiría reunirse una vez al mes o cada dos meses.

Aida y Adela empezaron a elucubrar sobre las verdaderas intenciones de Carmen, pero les pareció que lo mejor era aceptar su propuesta, siempre que las reuniones se limitaran a un día, más o menos completo pero sin incluir la noche, ya que no tenían ganas de tener que vigilar a sus maridos.  Eso sí, se ofrecieron para ayudarla a buscar casa y de esta forma asegurarse de que realmente vivirían lejos de ella.

Paco y Quico tuvieron una conversación paralela, pero dando una visión distinta al asunto y centrándolo en las posibles relaciones íntimas, y acordaron que si Carmen decidía llevarles a la cama, era seguro que lo conseguiría; pero ellos se lo contarían entre sí en cada ocasión, lo antes posible y con todo detalle. No les apetecía nada que las maquinaciones de Carmen pusieran en riesgo su situación legal, aunque todo su papeleo demostraba que eran dos parejas de gemelos idénticos que se habían conocido en la época de estudiantes universitarios y se habían emparejado y vivido juntos desde entonces.

Era cierto que estas características llamaban algo la atención a los que se iban enterando, pero, al menos en Novaterra, al poco tiempo les parecía tan normal que se llevaran tan bien entre sí, cosa que también ocurría con sus hijos. Así lo veían todos los vecinos que tenían en la zona de la casa de Adela y Quico, ya que era allí donde pasaban juntos la mayor parte de las vacaciones.

A finales de 3006 ocurrió lo inevitable y Carmen se instaló en Novaterra. No puso la menor objeción a vivir lejos de cada pareja, ni tampoco pretendió tener con ellos una relación social notoria. Cuando se veían era en casa de alguna de las dos parejas, pero desde el primer momento dejó bien claro que era ella la que decidía si dormía sola o acompañada y, en ese caso, con quien. A Paco y a Quico les costó poco adaptarse a esta nueva situación, aunque intentaban disimularlo sin éxito cuando estaban los cuatro, o cada uno con su mujer; por el contrario Adela y Aida estaban que trinaban, aunque no podían evitar encontrarse con Carmen, como les habría gustado, porque sin que ella jamás hubiera dicho nada al respecto, ellas dos estaban seguras de que no dudaría en hacer desaparecer a Adela y Quico si ello le convenía.

Tres años más tarde, Carmen sorprendió al cuarteto al anunciarles que tendrían un retiro similar al que tuvieron en la Universidad para poner en marcha el proyecto de sus tesis doctorales. Lo único que les tranquilizó fue que les aseguró que no requeriría ningún esfuerzo adicional por su parte, sólo tendrían que conocer su nuevo proyecto y no ponerle trabas.

Acordaron que aprovechando el periodo en que sus hijos se iban de campamento en las vacaciones estivales, ellos se encontrarían en el lugar que quisieran para pasar una semana juntos, durante la que podrían compartir sus experiencias a la vez que iban conociendo su nuevo proyecto.

Decidieron pasar la semana en casa de Adela y Quico, que es lo que habrían hecho de todas maneras y, de esa forma, nadie se sorprendería lo más mínimo. Carmen debería, eso sí, evitar que se la viera por la calle y de esa manera el encuentro sería realmente secreto. Carmen llegó la noche de un viernes, en el coche de Paco y Aida, y nada más empezar la cena lanzó la bomba de su nuevo proyecto:
-      Mis queridos amigos, no sé si os sorprenderá o no, pero desde hace años he ido preparando la llegada al mundo de mi doble cuando yo tenía treinta años, para que pueda proseguir mis investigaciones cuando yo ya no tenga edad para ello.
Como os podéis imaginar, tengo perfectamente preparado todo el expediente. El nombre de mi doble es María Hess, que corresponde a una niña que nació en Madrid el 4 de junio de 2981; esta niña murió de accidente en 2982, accidente en el que también fallecieron sus padres que eran su única familia viva. He ido añadiendo sus datos en los diferentes archivos de manera que hay una buena colección de fotos suyas por todas las escuelas por las que ha pasado y, para cerrar el círculo, se trasladará a Novaterra al inicio del curso 3011-3012 como profesora ayudante en la Universidad. Actuará de tutora en el Master de fototransporte, lo que le permitirá ponerse al día rápidamente de los avances de los últimos treinta años y, en realidad, vendrá a Novaterra a primeros de 3011, para disponer de nueve meses de estudio intensivo, para que no se note demasiado lo antiguo de sus conocimientos. Es posible que os pida que asista como oyente a algunas de las clases de la Academia Gómez, si es que lo considero necesario, y después, poco a poco, ella irá progresando, hará su tesis doctoral, que no será una bomba aunque sí que obtendrá la máxima calificación y ocupará mi puesto cuando yo me jubile. Ni que decir tiene que cuando ella esté al día en sus conocimientos decidiré si guardo una copia de ella, para la siguiente generación, o mantengo la mía de los treinta años. La elección dependerá de si María Hess es como yo, o adquiere en ese tiempo una personalidad distinta que me guste menos que la mía a los treinta. Ya sé que os parecerá una locura, pero creo que puede dar unos resultados excelentes a la humanidad, porque si funciona bien, permitirá extender la vida creativa de una forma increíble.
Ni que decir tiene que cuento con vuestra discreción y vuestro apoyo incondicional. A ninguno de nosotros seis (incluyo ya a María Hess) nos interesa que esto trascienda, ya que si se supiera todos sabemos lo que nos ocurriría.


X
La vida se siguió complicando para las dos parejas, aunque sólo en la dificultad creciente que ellos preveían para mantener su secreto en el futuro, porque en la realidad la única persona nueva que lo conocía, Olga, había mantenido su discreción y había vuelto a desaparecer de sus vidas con la única excepción del día en que su hija dejó de vivir en Novaterra porque ya había terminado allí su doctorado. Como su madre había deseado, su paso por la Academia Gómez había promovido el milagro de que se interesara por los estudios tanto que decidió hacer el doctorado. Con ocasión de su despedida, las dos Olgas quisieron agradecer a Paco sus buenos oficios y lo hicieron invitándole a comer en el mismo restaurante en que él había mantenido el tipo frente a Olga hija durante su primer año de estancia.

La complicación adicional que para los cuatro podría haber supuesto la llegada de María Hess, tampoco fue tal, ya que ésta rápidamente asumió la situación y se puso a colaborar con su alter ego con gran entusiasmo. Se llevaba muy bien con Carmen Rommel, tanto que, a pesar de cuidar mucho su imagen para evitar los parecidos, pronto hubo un grupito de estudiantes que lo detectaron y, por suerte para ellas, hicieron correr el rumor de que en realidad eran tía y sobrina. Cuando María empezó a progresar en la Universidad, a nadie le sorprendió que eso ocurriera porque era realmente buena en su especialidad, que obviamente coincidía con la de Carmen, pero al contrario que ésta, María había tomado la postura de ser buena compañera y reconocer a cada uno de los colegas su mérito, o incluso un poco más cuando se trataba de trabajos conjuntos, postura que le sirvió para poder contar con la colaboración de la mayoría de los profesores cuando a ella le interesaba su aportación en algún aspecto concreto.

En 3016, al cumplirse los cinco años de estancia de María en Novaterra, un día se decidió a hablar con Carmen para plantearle una idea a la que llevaba tiempo dándole vueltas. Le pidió que pasaran un fin de semana juntas y al principio le dijo que le gustaría conocer de verdad sus sentimientos respecto a Paco y Quico, no respecto a Francisco ya que ella los conocía de primera mano porque los había vivido exactamente igual que ella, sino respecto a los hombres maduros con los que se había encontrado un par de décadas después.

La conversación se fue desarrollando de manera que Carmen entendió que María se estaba planteando tener una pareja y pronto intuyó que, además, se estaba planteando la posibilidad de que esa pareja fuera Francisco.

No tardó mucho María en plantearle esa posibilidad y en pedirle su opinión. Carmen le dijo que de ninguna manera eso sería posible en Novaterra, porque acabaría con el proyecto y le sugirió que se lo planteara como un experimento a realizar en algún planeta o satélite de la parte más exterior del Universo, pero con la condición de que la pareja de Francisco fuera un clon de María Hess.

Fueron dando vueltas al proyecto y pensaron que cuando se hiciera el fototransporte se haría desde Novaterra, siendo María la encargada de realizarlo personalmente y en solitario, aprovechando una oportunidad, de las dos o tres que se producían cada año, en que estaría sola en las instalaciones de fototransporte. Carmen, por su parte, viajaría con antelación al punto de destino para tener todo preparado allí, pero no tendría contacto más que con el clon de María para explicarle a su llegada todo lo que fuera conveniente del nuevo lugar.

Trabajaron en el proyecto durante seis meses, a pesar de que a las dos semanas habían encontrado el lugar ideal en Agamenón, un satélite con apenas 500 colonos, uno de los cuales era un antiguo colaborador de Carmen que le había pedido ayuda para montar todo el sistema de información. Él tenía prisa por terminar el proyecto para volver a La Tierra y a Carmen le resultó muy fácil quedarse para ultimar los flecos después de su marcha y comprobar que todo funcionaba a la perfección. Como el satélite todavía no formaba parte de la Confederación, le resultó fácil introducir los datos de dos personas fallecidas en otro lugar recóndito que tenían más o menos la edad biológica de María y Francisco, aunque por fortuna para Carmen la mujer fallecida, Anna Colby, era un año más joven que el hombre, André Fredey, lo que haría más creíble la pareja dada la diferencia de edad real entre los clones de María Hess y de Francisco Gómez que llegarían a Agamenón.

Carmen fue organizando todos los archivos en el backup de seguridad de dos días antes al que añadió el del día anterior al de la llegada de María y Francisco a Agamenón y dejó el resultado como si fuera el de la víspera. Cuando ya habían llegado los dos intrusos, a un lugar distinto del habitual, y sólo faltaba una hora para la marcha del responsable a La Tierra, hubo una caída fortuita del sistema -fortuita para todos menos para Carmen- que afectó a todos los backups de seguridad y al registro del día pero no a la copia de seguridad del backup del día anterior que se guardaba en un sistema distinto y que era el que Carmen había sustituido. Con su habitual diligencia ella se encargó de reinstaurar el backup del día y tranquilizó a su colaborador asegurándole que todo estaba en orden tras la recuperación a partir del backup del día anterior, total sólo se habían perdido los datos de los fototransportados ese día, datos que ella se encargaría de reintroducir personalmente de forma inmediata para que no quedara ni rastro del problema, por si al final él, tras hacer las comprobaciones que estimara oportunas, prefería no comunicar el problema oficialmente. Carmen añadió exclusivamente los datos de las personas fototransportados ese día, porque estaba segura de que el colaborador, u otras personas si éste decidía comunicar el problema, querrían comprobarlos, pero los datos de Anna Colby y André Fredey, que previamente había hecho desaparecer del registro de los fallecidos en aquel accidente, ya estaban en el sistema como si hubieran llegado el día anterior. Efectivamente, el colaborador quiso asegurarse de que todo estaba como si no hubiera ocurrido la caída, comprobando uno a uno los datos de los fototransportados aquel día, pero no se preocupó de comprobar el backup del día anterior porque no lo consideró necesario, y prefirió no comunicar el incidente para no retrasar al menos una semana su vuelta a casa.

El fototransporte fue, en consecuencia, todo un éxito desde el punto de vista de los registros informáticos, y Anna y André entraron en Agamenón como dos desconocidos recién llegados, con un puesto de trabajo cómodo y moderadamente bien pagado para Anna y una vivienda individual para cada uno que, casualmente, estaban una junto a la otra y eran de las que se podían convertiren unos minutos en una vivienda familiar, si así alguien lo decidía en el futuro.

André se llevó una buena sorpresa a su llegada a Agamenón, primero por el destino real, segundo porque su compañera de viaje era Carmen y no Adelaida y tercero por la fecha de llegada, año 3017 en vez de 2081. Anna le dijo que no se preocupara y que se dejara llevar por ella hasta que se hubiera adaptado al año en el que estaban. La adaptación al satélite de destino la harían simultáneamente aunque Anna tenía las principales referencias por Carmen, a quien André no llegó a ver.

Contra todo pronóstico, André encontró muy pronto un trabajo razonable y la pareja se fue consolidando sin problemas, a pesar de la inicial sorpresa de André al ver a su amiga Carmen unos cuantos años más mayor, ya que Anna prefirió seguir con el estilo más flexible y amable de María. A las pocas semanas ya eran percibidos por todos como una pareja que había surgido por la llegada simultánea y la vecindad de sus apartamentos y pocos meses después, el tiempo que André necesitó para asumir que la diferencia de edad biológica no era ningún problema relevante y que no volvería a ver a su querida Adelaida, decidieron actuar el dispositivo automático que unificaba las dos viviendas en una, con la tranquilidad de que era reversible y apenas necesitaban un cuarto de hora para deshacerlo si las cosas se torcían entre ellos.

Pero no fue así y cuando llevaban un año, André, que no conocía la existencia de Paco y Quico ni de Aida y Adela, empezó a llevar a cabo el lento proceso de ir generando los certificados de cualificación que le permitieran convertirse en ciudadano con historia conocida y con cualificación obtenida en Agamenón. Este proceso lo hacían casi todos los habitantes, porque casi todos ellos tenían una historia anterior que no deseaban que fuera conocida y ya era una costumbre en el satélite no preguntar a nadie por su vida anterior a la llegada a Agamenón.

Anna se unió al sistema de autoaprendizaje al año siguiente y ella y André tuvieron la ventaja de que su formación previa les facilitaba enormemente el aprendizaje en solitario, en pareja en su caso, por lo que dedicaban mucho menos tiempo que el resto a esta tarea, aunque procuraron aparentar que le dedicaban muchas más horas y que André obtuviera resultados normales para que fuera al mismo ritmo que la mayoría y no significarse.

Como los dos se llevaban bien como pareja, cuando André fue consciente de que no volvería a ver a Adelaida y de que su línea actual no tendría reencarnaciones sucesivas, decidió proponer a Anna que formaran una familia normal de la que nadie, ni siquiera los hijos que pudieran tener, conocerían el pasado. Solo Carmen y María, sin que ellos lo supieran, seguían sus pasos de lejos, aunque con suficiente detalle como para saber que ambos estaban bien y habían formado una familia normal, con lo que Carmen pudo comprobar que ella y Francisco bien podrían haber sido una pareja estable en la Tierra si ese hubiera sido el objetivo de Carmen en su época de universitaria. María estaba contenta de saberlo y de cómo funcionaba la pareja, pero Carmen no podía evitar un cierto malestar al comprobar el coste afectivo que para ella tenía ahora su actitud en la época de la Universidad, aunque su ansia de poder la hacía seguir prefiriendo lo que había hecho a lo que podría haber sido.

En Novaterra los cuatro Gómez-Trías, Ernesto y Patricia primero y Lucía y Jorge dos años después, pasaron a ser alumnos de la Academia Gómez con el consiguiente despiste por parte de sus compañeros de curso que acabaron por pensar que se trataba de mellizos. Por suerte, el año que ninguno de ellos estuvo en la academia sirvió para que no quedara rastro del paso de la primera pareja cuando llegó la segunda, y a los cuatro jóvenes les divertía que les tomaran por hermanos y se adaptaron a esa situación con facilidad, ya que en realidad lo eran genéticamente y habían convivido bastante. Todos fueron buenos estudiantes y al final optaron por cuatro carreras diferentes entre sí y también respecto a las de sus padres, cosa que agradó a los mayores, ya que con un poco de suerte esta decisión facilitaría la futura dispersión de la saga.

María se fue preparando para continuar la tarea de Carmen. Su relación era muy buena, como la de cualquier pareja de mentora y discípula aventajada, con la diferencia de que se conocían muy bien y se querían como madre e hija. Carmen estaba algo sorprendida de la evolución de María, no en el aspecto profesional, ya que como ella había previsto, la misma capacidad apoyada por una experiencia mucho más dilatada y una enseñanza particularizada daba unos resultados espectaculares, demasiado espectaculares como para dejar que se hicieran públicos mientras ella estuviera en activo, sino en el aspecto personal ya que el carácter de María era mucho más flexible y más amigable, y Carmen llegó a la conclusión de que ese cambio de carácter era también un factor de mejora relevante para esa segunda generación, motivo por el que también ella hizo un esfuerzo para modificar algo su comportamiento en ese mismo sentido.

El cambio de Carmen empezó con su actitud con sus antiguos amigos, ahora desdoblados, y lo cierto es que en una de las pocas reuniones que tenían a cinco, les dio la noticia de su decisión nada más llegar, les pidió un minuto de atención y les comunicó su renuncia a seguir manteniendo relaciones sexuales con los varones con las siguientes palabras:
-      Mis queridos amigos, para empezar e intentar ayudar a que esta reunión sea placentera para todos, quiero anunciaros que por mi parte se han terminado mis escarceos con Paco y con Quico. Al margen de que, como los años pasan para todos, mi cuerpo ya no tiene tantas ganas de marcha, quiero recomponer mi relación con vosotras dos y también deciros a los cuatro que me gustaría que a partir de ahora nuestra relación la llevemos al margen de mi proyecto estrella.

Después de esta reunión, hubo un ligero acercamiento con Aida y Adela, y poco a poco desaparecieron los roces hasta llegar entre los cinco a una relación de viejos amigos que se veían poco, pero que cuando se veían estaban a gusto y en la que el tema de los clones desapareció de la agenda de sus encuentros.

El resto de la década transcurrió tranquilamente, con los diez miembros evolucionando de forma coherente con las previsiones de Carmen: ella siguió haciendo de mentora de María, pero con la idea de cambiar de destino para dejarla su puesto en Novaterra de manera que siguiera, si así lo deseaba, con el plan de ir añadiendo una sucesora que, con unos pocos años más, pudiera continuar la serie en el futuro.

Se preocupó, eso sí, de ir completando junto a María el expediente de la siguiente componente del equipo que había empezado a construir para que, con una metodología que iba mejorando caso a caso, apareciera el clon de María Hess, en esta ocasión con treinta y cinco años de edad biológica, a fin de  ir afianzando el incremento de experiencia. Para llevar a cabo esta tarea, así como las demás de su proyecto, Carmen aprovechó la oportunidad de comprar un pequeño satélite, que la Confederación había catalogado como restringido a tener una única vivienda, totalmente autosuficiente, cuyo propietario se había hartado de tenerlo como lugar de retiro porque se aburría muchísimo ya que ninguno de sus familiares o amigos le quería acompañar. Este satélite, conocido como Leonardo tenía la vivienda preparada para que pudiera autoabastecer a un máximo de seis personas y, con un mínimo de atención por su parte, era, efectivamente, autosuficiente y ambas mujeres lo acondicionaron para que todo funcionara correctamente con una dedicación de sólo un par de horas mensuales por parte de una sola persona.

Carmen y María dieron muchas vueltas a la conveniencia, o no, de seguir aumentando en cinco años la edad del clon a introducir en el sistema, ya que si lo hacían habría un límite que difícilmente podría superar la cifra de diez clones adicionales. Finalmente llegaron a la conclusión de que sería mejor optar por aumentar la edad biológica hasta los cuarenta y después mantenerla en esa cifra, aunque eso supusiera limitar los conocimientos y experiencia de cada nuevo clon a los de esta edad, ya que siempre quedaría en manos de cada una de las siguientes generaciones cambiar el criterio si lo consideraban oportuno. En 3016 iniciaron el proceso de construcción de la identidad del nuevo clon que oficialmente se llamaba Chantal Chambon, nacida en Skikda el 4 de septiembre de ese año.

A finales de la década arreciaron los ataques al sistema de fototransporte de personas por parte de algunos partidos políticos que preferían que el mercado galáctico no estuviera tan globalizado, especialmente por la competencia que para los puestos de dirección de todo tipo suponían los candidatos procedentes de aquellos astros en que la sociedad se había volcado más en la calidad de la formación y en el desarrollo del espíritu del trabajo bien hecho y del esfuerzo personal.

Carmen y María decidieron prepararse para la eventualidad de que terminaran los viajes oficiales mediante fototransporte y llevaron a cabo un proyecto en el que trabajaron absolutamente solas, que culminó con una serie de puntos, repartidos en astros estratégicos, preparados para el envío y recepción de personas mediante su nuevo sistema.

Hicieron las pruebas con clones suyos y cuando comprobaron que todo funcionaba a la perfección, desarrollaron más los puntos de entrada/salida sin olvidarse de hacerlo en algunos astros deshabitados como potenciales refugios para el caso de problemas especialmente agudos. Además, habían desarrollado un archivo de clones que, junto a los de los del grupo inicial y su descendencia -incluidos Anna, André y sus hijos- incluían a un millar de otras personas que les parecían especialmente adecuadas tanto por su calidad humana como por sus cualificaciones profesionales que, en su conjunto, serían suficientes para iniciar un proyecto de repoblación en cualquier astro que por cualquier motivo hubiera quedado deshabitado.


XI
La siguiente década supuso, como era previsible, el inicio de la dispersión de los miembros del grupo que vivían en Novaterra.

Carmen se fue a otro planeta, para dedicarse a proyectos que nada tenían que ver con el fototransporte, aunque por descontado dedicaba buena parte de sus esfuerzos a su proyecto, pero aprovechó su marcha de Novaterra para poner en marcha un sistema que les permitiera a María y a ella seguir al día su trabajo oficial y su trabajo paralelo sin necesidad de dedicar más horas de las deseables, de manera que la vida social de cada una de ellas era la de una persona trabajadora durante el horario habitual y con muchas otras actividades el resto del tiempo.

El sistema ideado por Carmen era la convivencia de tres clones contemporáneos de cada una de las dos, de los que dos clones de cada una estaban en la casa del satélite Leonardo y el tercero en la residencia oficial de cada una de ellas, excepto la mayoría de los fines de semana y las vacaciones periodos en los que estaban las seis juntas en Leonardo. Cada semana, o cada dos semanas si había alguna cosa especial que lo recomendara, se iban rotando y dedicaban los fines de semana a ponerse al día de lo realizado y ocurrido en ambos lugares y ciertamente el resultado era espectacular, ya que todo avanzaba rápidamente, especialmente los proyectos secretos, y las seis tenían una vida cómoda y agradable. Además, con este sistema Carmen y María podían justificar su continuo contacto sin tener que dar demasiadas explicaciones a sus conocidos de Novaterra, que no acababan de entender como las dos mujeres se podían llevar tan bien entre sí, a la vez que vivían muy alejadas y que apenas tuvieran relaciones algo más íntimas con casi nadie.

Una vez al año, aprovechando sus vacaciones, Carmen aprovechaba para pasar unos días con las dos parejas Gómez-Trias y viajaba de incognito a visitar, sin que ellos lo supieran, a Anna y André, para asegurarse de que todo iba bien. Carmen no pudo evitar emocionarse cuando supo del nacimiento de sus dos hijos, con tres años de diferencia entre uno y otro. Ciertamente el saber que había sido madre con más de setenta años le hizo un poco de gracia, pero tuvo que contenerse para no inmiscuirse en su vida y limitarse a comprobar que todo iba razonablemente bien en esa familia. Lo habló con María y ésta le convenció de que no hiciera nada más, excepto guardar los clones de los niños con separación de cinco años entre un clon y otro para usarlos en caso necesario.

La situación política en la Confederación no era buena y cada año había más planetas y satélites que pretendían una mayor independencia. Solamente admitían que fuera común la salvaguarda de la paz interplanetaria y una más teórica que real libertad de comercio y ya algunos planetas contaban con su propio ejército y limitaban a las materias primas de las que carecían las importaciones de otros astros.

Era cuestión de tiempo que empezaran a aparecer rencillas más serias y la primera ocurrió cuando el 1 de julio de 3028 un grupo de 20 astros que ya habían conseguido la máxima independencia aceptada hasta entonces en el seno de la Confederación, se negaron a pagar la contribución acordada para pagar el ejército común y la ayuda a los astros con mayores dificultades económicas.

Esos 20 astros estaban bastante dispersos en el Universo y no contaban con la reacción de la Confederación, que los expulsó de su seno, prohibió cualquier tipo de comercio con ellos y puso serias trabas legales a los transportes entre los 20 astros disidentes, impidiendo teóricamente el fototransporte por las zonas comunes de la Confederación con origen y/o destino en cualquiera de los disidentes.

Al principio, los 20 disidentes no dieron mayor importancia a esa prohibición, ya 
que pensaron que bastaba con ignorarla, dado que entre los 20 astros eran capaces de producir todas las materias primas que necesitaban en su conjunto. Notaron una cierta reducción en su producto interior por la falta de comercio con la Confederación y su nivel de vida se resintió más en lo material por el elevado coste de los ejércitos que decidieron desarrollar que por la caída de la economía. Pero lo peor para sus habitantes fue la relevante reducción de las libertades individuales de sus habitantes que siguió a la independencia.

Antes de que hubiera pasado una semana desde la declaración de independencia total de los 20 astros, Carmen Rommel recibió una citación para que se presentara ante el Presidente de la Confederación y su gabinete de colaboradores más estrechos. Carmen se imaginaba que la entrevista tendría que ver con la nueva situación política y con el fototransporte, ya que se acababa de promulgar la ley que prohibía realizarlo entre los disidentes y la Confederación y, también, a través del espacio común cuando la operación fuera entre disidentes, y se preparó mentalmente porque veía probable que le pidieran ayuda para conseguir que la prohibición fuera efectiva.

La entrevista fue muy cordial, demasiado para el gusto de Carmen, y efectivamente el motivo era consultarla sobre la posibilidad de poner una traba efectiva para evitar el fototransporte.

Carmen sabía que era posible inhibir el fototransporte entre dos astros cualesquiera, porque había trabajado en ello con María durante los últimos años y habían hecho con éxito algunas pruebas entre astros próximos y deshabitados, pero prefirió no comunicar sus conocimientos a las autoridades porque percibió un claro interés por parte del responsable del ejército de hacerse con el control de ese proyecto.

Dejó caer que tenía alguna idea aún no demasiado desarrollada, ni siquiera desde el punto de vista teórico, pero también expresó su prevención ética por el uso que se pudiera hacer de esa tecnología en el caso de que cayera en manos de personas con ansia de poder. El Presidente intuyó el origen de la prevención y, en un aparte, la convidó a un almuerzo en solitario para tener una conversación con todas las garantías de privacidad, una vez que la reunión hubiera acabado.

El Presidente tuvo que dar, en presencia de Carmen, una orden tajante al responsable de su seguridad, que dependía orgánicamente del responsable del ejército, para qué no insistiera en la necesidad de que Carmen abandonara inmediatamente el recinto, ya que él deseaba almorzar a solas con ella y lo haría aunque para ello tuviera que cesarle previamente. El responsable de su seguridad le garantizó que él estaba de su parte, aunque más bien pronto que tarde pensaba que este conflicto le costaría su carrera profesional, cosa que ocurriría con toda probabilidad en cuanto se enterara su jefe orgánico de esa reunión a solas, porque también él le había dado la orden tajante de asegurarse de que la señora Rommel no se quedara a solas con el Presidente.

Mantuvieron los dos a solas el almuerzo y la sobremesa y el Presidente convenció a Carmen de que si aceptaba el proyecto dispondría del control total del mismo, de los medios que necesitara y de la libertad e independencia más absoluta. Carmen lo aceptó, dejando bien claro que ella sería la que elegiría a todos los colaboradores que necesitara, sin la menor intervención exterior ni siquiera a modo de sugerencia, así como el lugar en que se desarrollaría el proyecto y que sólo le daría la información a él en persona, en solitario y con garantías de privacidad. El Presidente aceptó sus condiciones y la invitó a pasar a su despacho oficial en el que se presentarían a los pocos minutos los responsables del ejército, de finanzas, de justicia y de administraciones públicas para redactar el decreto por el que se crearía el proyecto con el máximo secreto.

La cara del responsable del ejército era un poema tras conocer las órdenes de su Presidente y en cuestión de media hora quedó firmado el decreto. Carmen se volvió a su casa con el compromiso de ponerse a trabajar inmediatamente en el proyecto.

El fin de semana viajó como de costumbre a Leonardo y las seis desarrollaron el plan de trabajo a seguir. La primera cuestión era la elección del lugar, que fue muy rápida ya que habían trabajado en ello con anterioridad. Eligieron, a propuesta de Carmen I, uno de los tres planetas que orbitaban alrededor de sendas enanas marrones, porque cumplía todos los requisitos de aislamiento, capacidad de autoabastecimiento y temperatura externa muy baja que les permitirían asegurarse de la necesaria intimidad.

En cuanto a los medios, Carmen solicitó el fototransporte a Leonardo de un montón de cosas, la mayoría de ellas innecesarias para ese proyecto aunque útiles para otros en los que también trabajaba el equipo, y una vez recibido todo el material realizó junto a María, cada una en uno de los lugares, el fototransporte de los primeros materiales.

María fue montando primero el habitáculo provisional para poder trabajar y después el equipo de detección de cualquier observación externa. Llevaba apenas tres días allí cuando detectó la primera intención de ser observada desde el exterior. De acuerdo con Carmen dejó de trabajar mientras ella se desplazaba a la Presidencia de la Confederación para poner en conocimiento del Presidente lo ocurrido y el más que probable final del proyecto antes de haber empezado a trabajar en serio.

El Presidente aseguró a Carmen que no sabía nada de ello y la convidó a permanecer mientras él hablaba con todos los presentes el día del acuerdo. La reunión fue tensa, ya que el Presidente fue preguntando uno a uno a todos los presentes los nombres de las personas que sabían algo del proyecto.

El responsable de finanzas respondió que en puridad ninguno de sus colaboradores sabía nada concreto, aunque obviamente uno de ellos había dado de alta la cuenta del nuevo proyecto con un número de identificación elegido al azar como siempre se hacía con los proyectos reservados. Pero ni conocía el alcance del proyecto ni la cuantía máxima del coste porque él, personalmente, era la persona que lo había introducido.

Los responsables de justicia y de administraciones públicas dijeron que nadie sabía nada y cuando llegó el turno al responsable del ejército, que estaba con un evidente nerviosismo, empezó su declaración poniendo la continuidad de su puesto en manos del Presidente ya que, desoyendo sus instrucciones, había puesto a una patrulla de su máxima confianza a espiar las actividades de la señora Rommel. Cinco personas, además de él, conocían la ubicación del proyecto y lo poco que se había instalado allí, aunque sin gran detalle porque ni siquiera habían detectado la instalación de ningún sistema de protección contra las observaciones.

El Presidente le comunicó el cese inmediato y el traslado de las seis personas implicadas al planeta en el que se habían iniciado los trabajos. Le pidió a Carmen que dejara aquellas instalaciones para que las seis personas estuvieran allí austeramente autoabastecidas de forma permanente pero sin ningún tipo de conexión con el exterior. Preparó el decreto de sustitución del responsable del ejército y el traslado forzoso inmediato y por tiempo indefinido de los seis militares. Sus familias seguirían recibiendo sus sueldos, pero no sabrían donde se encontraban ellos ni el motivo de su traslado, y solo se enterarían de su muerte cuando ésta ocurriera y recibieran el cuerpo.

Carmen hizo todo lo que se le había pedido y se pusieron a trabajar en la segunda sede, que en realidad era su primera opción, ya que ella se había imaginado que algo así ocurriría, aunque no lo esperaba tan pronto, lo que agradeció en el fondo porque el retraso había sido de menos de una semana.

María se fue al nuevo planeta, al que pusieron el nombre de Libertad, y los trabajos avanzaron a buen ritmo, ya que de lunes a viernes en Libertad estaban además de María unos de sus clones y otro de Carmen.

Al cabo de dos meses Carmen pidió una nueva entrevista con el Presidente y le comunicó que estaban en condiciones de hacer la primera prueba para intentar interceptar un envío de los prohibidos. Sería un envío entre los dos astros más próximos de los 20 y sugirió que, en caso de éxito, el material que se confiscara se llevara al planeta en que estaban los seis militares castigados para que usaran lo que les pudiera convenir y comprobaran el grado de éxito del proyecto que habían intentado abortar. El Presidente respiró cuando supo el motivo de la audiencia solicitada y le dijo a Carmen que sería muy conveniente mantener el secreto más absoluto de la operación, ya que era importante saber la reacción de los 20 ante la aplicación efectiva del decreto de aislamiento comercial.

Una semana más tarde, Carmen volvió a ver al Presidente para comunicarle que se había interceptado un envío de cierto valor. Como habían quedado se depositó todo lo confiscado donde estaban los seis militares castigados con la orden de custodiarlo, aunque con la capacidad de usar aquellos elementos que les pudieran ser útiles para mejorar el confort de su estancia.

Carmen, en teoría sola pero en realidad acompañada de su equipo, se puso a investigar la manera de poder tener alguna información previa sobre el contenido de los envíos a interceptar, ya que quizás se vieran con algún problema si interceptaban el envío, por ejemplo, de una nave espacial de gran tamaño. Pero fue María la que analizando y cruzando una y otra vez la información de los sucesivos envíos, terminó por encontrar la secuencia en la que iba la información detallada de su contenido.

Les llevaría mucho tiempo perfeccionar el inventario de códigos de los diferentes productos, ya que para ello necesitaban que el mismo código estuviera en varios envíos. Pero era cuestión de paciencia, porque a medida que iban interceptando envíos, aumentaban los datos disponibles y las referencias identificadas.

Por el momento no había trascendido la interceptación de envíos por parte de la 
Confederación. Todo se llevaba con gran secreto y todos los productos confiscados se desviaban al tercer planeta del grupo de los elegidos por Carmen y María como posibles sedes de su proyecto. Instituyeron la Fundación de Ayuda a Comunidades Necesitadas (FACN) que se encargaría de reenviar los productos adecuados a las comunidades más necesitadas de ayuda social y el resto de los materiales se iban almacenando hasta que se encontrara un método para usarlos de forma adecuada sin desvelar su origen.

Un año más tarde, el Presidente aprovechó una de las visitas de Carmen para decirle que los 20 ya habían empezado a hablar entre ellos de la interceptación creciente de sus envíos. No se tenían muchas noticias, porque la información era muy reservada, pero era evidente que las incautaciones empezaban a hacer mella en su actividad económica. Pocos meses después se enteraron de que los 20 habían instaurado un seguro de transporte intergaláctico para que las empresas no perdieran más que su margen comercial cuando su producto correctamente embarcado no llegaba a su destino por cualquier motivo.

Pero los procesos puestos en marcha y perfeccionados por Carmen Rommel fueron ampliando su actividad y pronto el porcentaje de envíos interceptados adquirió unas cifras muy relevantes, tanto que el coste para los 20 ya era bastante superior a las ayudas que habían dejado de pagar al separarse. En consecuencia, el comercio entre los 20 empezó a caer de forma vertiginosa y entonces sus economías empezaron a resentirse ya que en cada astro apenas podían acceder a aquellas materias primas de las que carecían.

Carmen Rommel se estaba planteando como liberarse del enorme trabajo que llevaba a cabo, pero el brusco descenso de los envíos pronto limitó su actividad a algunas horas a la semana y al cabo de unos pocos meses tuvo una última entrevista con el Presidente, en la que decidieron que continuara con el trabajo residual pero ya sin necesidad de más comunicación directa entre los dos. El Presidente le agradeció su colaboración y lamentó no poder hacerla pública y cuando se iba a despedir le dio la primicia de que dos de los 20 astros disidentes estaban negociando su reincorporación a la Confederación y quería que supiera que cuando ésta se produjera, ella habría sido la responsable del cambio de actitud de los gobiernos de esos dos astros.    

Carmen volvió contenta porque también había quedado claro que ella seguiría por tiempo indefinido al mando de todas las actividades en Libertad, que seguiría formando parte de los asuntos reservados manteniendo una financiación razonable. El equipo de las tres Cármenes y las tres Marías consideró que la mejor opción era trasladar a Libertad la base de su proyecto conjunto y dejar a Leonardo como una base marginal con el mínimo equipamiento de una base de apoyo, con lo que pasaría a ser el lugar de retiro y vacaciones que siempre habían dicho que era y, poco a poco, irían permitiendo que lo visitaran personas muy cercanas, ya fuera en lo afectivo o en lo profesional.


XII
Las relaciones políticas se fueron deteriorando entre la Confederación y los 18 disidentes, ya que dos de ellos finalmente habían vuelto a la Confederación, pero también se iban produciendo conatos de independencia en múltiples miembros.

La carrera armamentística se había desarrollado de forma exponencial y tanto la Confederación como los disidentes tenían un arsenal capaz de terminar con la vida en todos los astros de la antigua Confederación.

Los disidentes dieron un ultimátum a la Confederación para que se deshiciera y todos sus astros pasaran a estar bajo el mando de uno de los dieciocho. La alternativa era la desaparición y como muestra de la seriedad de la amenaza eliminarían la vida de los dos disidentes que habían vuelto a la Confederación.

La respuesta de la Confederación fue la amenaza de eliminación de los 18 si se atrevían a actuar contra un solo astro de los miembros de la Confederación. Los dos bandos tenían programado el ataque en cuanto uno de ellos fuera atacado y los 18 cumplieron su amenaza.

Y llegó el día del caos, en el que tal como habían anunciado unos y otros, en menos de diez horas la vida fue desapareciendo de todos los astros en que se había detectado la presencia de 100 o más seres humanos.

El equipo de Carmen y María estaba repartido aquel día entre Leonardo, con dos de ellas, y Libertad donde estaban las otras cuatro. Las seis fueron conociendo, con horror, la desaparición prácticamente simultánea de la vida en la inmensa mayoría de los astros colonizados hasta entonces y tras una espera de una semana, se reunieron en Libertad para comenzar a actuar.

No tenían prevista un genocidio tan radical y decidieron poner en marcha un plan de repoblación limitada. Tras muchas discusiones, llegaron a la conclusión de que lo mejor era empezar por una única repoblación y decidieron investigar cual era el astro más apropiado.

Pusieron bajo observación a Novaterra, ya que conocían bien el planeta y tenía unas condiciones óptimas para el desarrollo de la vida humana. Comprobaron con desolación que allí no había rastro alguno de vida, ni de construcciones humanas, aunque notaron con esperanza que los niveles de radiación residual eran muy bajos, tanto que ya cumplían, aunque de forma muy ajustada, los estándares previamente establecidos para permitir la instalación de colonias.

Fueron investigando los distintos astros para comprobar la existencia de vida y comenzaron a hacer el inventario de las microcolonias existentes. Ninguna de ellas tenía el potencial de diversidad genética mínima para asegurar la permanencia indefinida de la colonia, aunque todas ellas seguirían contando con sus habitantes durante bastantes años, ya que no habían sido afectadas por la radiación y todas tenían instalaciones para asegurar el autoabastecimiento sostenible. Decidieron que se podía aplazar razonablemente la decisión de si interactuar con ellos o no y que en aquel momento lo razonable era comenzar a preparar la repoblación de Novaterra.

La elección de Novaterra fue tomada porque disponían de un modelo completo de su biosfera que se había actualizado por última vez en 2024, lo que en teoría proporcionaba la posibilidad de poner al astro en la situación biológica de ese año, a excepción de los seres humanos.

María comprobó que en los días transcurridos había habido una tenue disminución de la radiación remanente en Novaterra y pensó que quizás fuera conveniente esperar un periodo de tiempo más prolongado para comprobar la evolución de esa magnitud y calcular cuando los niveles de radiación serían equivalentes a los de 2024.

El equipo consideró prudente esperar y, en cualquier caso, tenían mucho trabajo previo que hacer antes de empezar a añadir personas a la población.

Estuvieron dos años preparando todo y al cabo de ese tiempo reinstalaron en Novaterra la biosfera de 2024. A partir de entonces todos los indicadores fueron mostrando la estabilidad de todas las formas de vida, excepto la humana, y pensaron que ya se podía empezar el proceso de repoblación.

Decidieron que seguirían con su ubicación anterior, cuatro en Libertad, sin que nadie más estuviera allí y dos en Novaterra. Las rotaciones se seguirían haciendo ya que contaban con los medios para hacerlo y Leonardo continuaría como base de apoyo a la que sólo irían de vez en cuando.

Sin embargo pensaron que mientras no añadieran a ninguna persona, sería más conveniente que estuvieran cuatro en Novaterra, por si surgía alguna complicación imprevista y porque de esta manera avanzarían más rápido en la preparación de la infraestructura necesaria para acoger a los nuevos habitantes.
La lista de los primeros en ser reincorporados incluía a los que ya habían vivido o estado en Novaterra: 

Aida Trías y Paco Gómez  y sus hijos Ernesto y Lucía, Adela Trías y Quico Gómez  y sus hijos Patricia y Jorge, Olga Ferrer Peris y su hija Olga Deehan Ferrer y, finalmente, Elena Leibniz.

La primera en ser reincorporada fue Elena, ya que era necesario que Carmen y María hablaran con ella para proponerle que asumiera la presidencia de la nueva colonia y la elaboración de la nueva legislación básica que garantizara la libertad, la paz y el desarrollo social y económico. La sorpresa de Elena fue absoluta y tardó un par de días en asumir como era Novaterra sin apenas construcciones humanas. Aunque no entendía cómo era posible que Carmen y María hubieran podido preservar la vida para poder reimplantarla después, accedió a dirigir la nueva, y reducida, comunidad y dio el visto bueno para que continuara la reintroducción de personas.

Ninguno de ellos tenía la menor idea de lo ocurrido entre la Confederación y los 18 disidentes, ya que su clonación había sido previa al agravamiento de las relaciones entre los gobiernos, por lo que lo primero que hicieron Carmen y María fue explicarles lo ocurrido desde su clonación hasta el Gran Desastre. Después les explicaron su plan y les pidieron su colaboración. Se produjo la confirmación de Elena como presidenta y una vez que todos hubieron aceptado las nuevas normas, Elena empezó a ejercer su cargo y se pusieron a trabajar para avanzar lo más rápido posible en la creación de la República independiente de Novaterra y en la progresiva repoblación que les diera un tamaño suficiente para garantizar la viabilidad de la nueva colonia humana que esperaban que fuera un modelo de democracia, convivencia y bienestar.

Carmen y María consiguieron que se aceptara su marcha los fines de semana, a fin de realizar estudios sobre la vida humana remanente, ya que les quedaba por hacer un inventario exhaustivo de las colonias existentes, de sus poblaciones, medios y capacidades, porque no estaban seguras de que no hubiera colonias formadas y equipadas en previsión del Gran Desastre.

El sistema de interceptación de envíos seguía funcionando y durante un tiempo se limitaron a inspeccionar el contenido sin impedir que llegaran a su destino. Sólo hicieron la primera interceptación cuando en el envío hallaron más componentes que lo que entendían que eran materias primas y bienes de primera necesidad. La interceptación mostró el intento de enviar equipos de seguimiento y observación fabricados en alguno de los disidentes con algunos años de anterioridad al Gran Desastre.

Decidieron enviar una patrulla con los miembros del grupo de Carmen para investigar y, en su caso, desactivar la infraestructura que no fuera de estricta supervivencia.

En el primer astro se encontraron con un grupo de unas doscientas personas que, evidentemente, se habrían reagrupado en los primeros días después del Gran Desastre, entre los que se encontraban todos los miembros del gobierno del astro disidente que había decidido tomar el poder de toda la antigua Confederación. El resto probablemente eran sus familiares más directos y quizás algunos allegados. No eran muy expertos en el uso de la tecnología y por tanto la patrulla pudo inutilizar primero y reenviar a Libertad después todo el equipamiento que permitía las comunicaciones con otros astros y lo envíos por fototransporte. Desde el astro más próximo pudieron grabar todo lo ocurrido cuando la colonia se despertó y sus habitantes se dieron cuenta de que habían desaparecido todos los elementos de comunicación y de transporte interestelar y que, en consecuencia, estaban condenados a vivir cuidando sus instrumentos de supervivencia con muy escasas probabilidades de que la vida humana pudiera perpetuarse dado que la mayoría de los habitantes ya no estaban en edad de reproducirse.

El equipo de Carmen siguió investigando el espacio y poco a poco fueron encontrando las otras diecisiete colonias en que se encontraban los componentes de los demás gobiernos de los astros disidentes y sus allegados. En todas las ocasiones hicieron lo mismo, aunque en tres de ellas los habitantes disponían de información que les hacía temer que estaban siendo vigilados, ya que se les había interceptado algún envío. Por suerte para la patrulla, en ninguna ocasión se habían encontrado físicamente con nadie y pudieron salir del astro antes de que nadie se diera cuenta de lo ocurrido.

Simultáneamente, iban investigando otras colonias y una vez comprobado que su número de habitantes era inferior a cien se preocuparon de comprobar si disponían de los elementos de supervivencia necesarios y cuando les faltaba algo, simplemente se lo dejaban con una nota para que supieran como usarlo y un saludo de los supervivientes de la Confederación.

Dejaron para más adelante la discusión sobre si algún día se les iría ofreciendo la posibilidad de rescatarlos y llevarlos a Novaterra, aspecto este que en algunos casos debería decidirse con cierta rapidez, dado elevado porcentaje de niños que había en las colonias.
 
Dos años más tarde, Elena Leibniz llamó a sus colaboradores más cercanos y les propuso que se tomaran un par de semanas de vacaciones para pasarlas juntos y reflexionar sobre como plantear el futuro de la República independiente de Novaterra, una vez que la vida se había estabilizado y estaba claro que la reintroducción de la biosfera y de los seres humanos había sido un éxito. Todos los colaboradores lo aceptaron de buen grado pero unos cuantos de ellos, Carmen, María, Aida, Adela, Anna, Paco, Quico y André, pasaron unas cuantas noches pensando en las preguntas que la Presidenta les podría hacer. Pero Elena Leibniz, que tenía bastante claro el origen de tanta similitud genética, prefirió no tocar el tema porque a fin de cuentas la humanidad no habría terminado desapareciendo gracias a lo que estas personas, con distinto grado de implicación, habían hecho y su colaboración futura podía ser muy valiosa para consolidar una sociedad libre, democrática, pacífica, sana y equitativa.


© Javier Alcaide Guindo, 28 de mayo de 2016