martes, 23 de diciembre de 2008

¿Tramo autonómico del IVA para resolver la financiación?

Parece que el Gobierno está analizando la conveniencia de introducir un tramo autonómico en el IVA, como forma de complementar la financiación de las comunidades autónomas.

En septiembre de 2005, en un texto dedicado al sistema impositivo, me atreví a escribir que deberían desaparecer los impuestos sobre el Patrimonio y de Sucesiones y Donaciones y que el IVA debería cambiar la exención por el tipo 0%, tener dos tramos, uno nacional y otro autonómico, y que a medio plazo tendería a aumentar el tipo normal. También que el IVA debería convertirse en el impuesto más importante del sistema impositivo.

Tres años después me alegra comprobar que, aunque sea por casualidad, las cosas están evolucionando en el sentido de mi propuesta, ya que en 2009 no se pagará el impuesto sobre el Patrimonio, en bastantes comunidades se ha reducido de forma muy apreciable el impuesto de donaciones y sucesiones entre padres e hijos y, ahora, se consulta con Bruselas la viabilidad de introducir un tramo autonómico en el IVA, un paso más para aumentar la importancia del IVA.

El IVA, a pesar de ser indirecto, es, de todos los impuestos, el que ofrece mayores posibilidades de progresividad, justicia y eficacia y el que permite, con más sencillez, hacer efectiva la corresponsabilidad fiscal de las Comunidades Autónomas y mejorar de verdad su autonomía fiscal.

La diferencia de tipos entre comunidades autónomas introducirá alguna complejidad adicional en el manejo del IVA, aunque toda la problemática ya está analizada y desarrollada para el caso de las transacciones internacionales.

Por otra parte, su implantación será, con toda probabilidad, fuente de airadas manifestaciones sobre las políticas insolidarias o depredadoras de las comunidades autónomas que decidan aplicar tipos más bajos que sus vecinas, siempre que estén gobernadas por partidos políticos rivales, y también será digna de análisis toda la problemática de cambio de compras en las zonas fronterizas de las comunidades que apliquen tipos diferentes.

viernes, 19 de diciembre de 2008

Financiación de infraestructuras de periodo de maduración muy largo

La actual crisis financiera mundial ha puesto de manifiesto, entre otros aspectos, las dificultades que pueden presentarse cuando se financian con créditos a corto plazo inversiones que tienen plazos de maduración muy largos.

Este problema es la causa de que en la actualidad el sistema financiero español no pueda aumentar su oferta de crédito para proyectos, empresas o familias aunque tengan objetivamente buenos ratios de solvencia ya que los bancos y cajas prestan a plazos muy superiores, en muchos casos, a los que ellos captan sus recursos .

En los próximos meses veremos como este mismo problema empezará a afectar de forma mucho más importante a las empresas que invierten en infraestructuras de largo periodo de maduración (transportes, energía, comunicación) lo que retrasará la recuperación económica y, cuando esta llegue lo hará en peores condiciones.

Para los nuevos proyectos de inversión, deberá buscarse un sistema de financiación que permita ajustar en lo posible los plazos de captación del ahorro con los plazos de maduración de los proyectos y, en alguna medida, los planes de pensiones pueden ser un origen adecuado de préstamos a muy largo plazo.

Sin embargo, para dar las garantías necesarias a los ahorradores a largo plazo es imprescindible la participación del estado correspondiente que, por otra parte, también puede usar este mecanismo de financiación para las infraestructuras básicas.

Un posible sistema sería la emisión de bonos del estado a muy largo plazo (20 a 30 años) con un tipo de interés fijo que, después de impuestos, permita una rentabilidad media algo superior a la inflación prevista a largo plazo.

Estos bonos serían comprados por los ahorradores, pero serían especialmente de gran interés para los planes de pensiones que, probablemente, decidirían tener un cierto porcentaje de su ahorro en este tipo de bonos.

El Estado, a través del Banco de España y/o del ICO, emplearía parte del importe así captado para la financiación de proyectos solventes de largo plazo de maduración, cuyos promotores desearan tener un tipo de interés fijo a muy largo plazo y no excesivamente caro.

Con la hipótesis de una inflación media a largo plazo del 2,5% anual, los ahorradores particulares estarían interesados a partir de un tipo de interés, a muy largo plazo, que fuera igual o superior al 4,25% y los préstamos a muy largo plazo para proyectos sólidos podrían plantearse a tipos de interés de entre el 4,5 y el 5%, tipos que son más que razonables para acometer ese tipo de proyectos.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Ventajas e inconvenientes de la deflación

En las últimas semanas se están vertiendo muchas opiniones sobre la deflación, prácticamente todas consideran que la deflación es una de las peores cosas que podrían ocurrir ya que, si se toma como ejemplo lo ocurrido en Japón, deflación es sinónimo de estancamiento económico para muchos años.

Sin embargo, la deflación no es la única causa, ni siquiera la principal, de los males de la economía japonesa y, por otra parte, la economía japonesa tiene características bien distintas de la economía española.

Parece una contradicción de una parte la afirmación generalizada de que la mayor inflación de España respecto al resto de países de la zona Euro es la causa de la menor competitividad de nuestra economía y la no menos generalizada afirmación de que una caída de precios sería letal para nuestra economía.

Como siempre suele ocurrir en economía, y en tantos otros aspectos de la vida, la falta o la escasez muy acusada es mala como también lo es el exceso. Por tanto una deflación moderada, que no se alejara más de uno o dos puntos porcentuales al año de la inflación de la zona euro seguramente sería buena para la economía española.

Si además esta deflación es consecuencia de la reducción de los precios internacionales de bienes o servicios de los que España sea importadora neta (por ejemplo petróleo, gas natural, maíz o soja) o proviene de la bajada de los impuestos y tasas (especialmente si son autonómicos o municipales y las bajadas van acompañadas de una reducción del despilfarro de esas administraciones) o se derivan de una caída de los márgenes de aquellos bienes y servicios que han registrado un alza desmesurada (vivienda, comisiones bancarias, bienes y servicios de escasa cuantía unitaria que han hecho el cambio cien pesetas igual, poco más o menos, a un euro, siempre que los nuevos márgenes reducidos permitan obtener un beneficio razonable, pero sólo razonable, no desmesurado, a los operadores económicos eficientes) la deflación sólo puede ser buena.

Por el contrario, sería mala la deflación que fuera acompañada de unos tipos de interés muy bajos y de dificultades para la obtención de créditos (para usos razonables de personas o empresas que razonablemente puedan pagar los créditos) porque esa situación desincentivaría tanto la inversión en proyectos productivos como el ahorro, y no permitiría el desarrollo equilibrado de la actividad económica.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Bajada del tipo de interés del BCE: luces y sombras

El BCE ha tomado una medida espectacular, la reducción de una sola vez del 0,75% en el tipo de interés básico de la zona euro, la reducción puntual más elevada de su todavía corta historia.

Esta medida tiene algunos puntos positivos y otros que no lo son tanto. Veamos los principales aspectos:

- La medida es tan intensa porque pretende aumentar la confianza de la sociedad europea en la economía. Es indudable que la recuperación de la confianza es una condición absolutamente necesaria para que la crisis no sea tan dura, pero también muchos pensarán que las perspectivas que tienen las autoridades monetarias de la Unión deben ser muy malas para hacer recomendable una medida tan drástica.

- Las empresas y los particulares pagarán mucho menos por los créditos que ya tienen. Esta es la parte más positiva de la medida para la mayoría de los ciudadanos, pero las noticias no son tan buenas como parecen porque, de una parte, los créditos nunca están referidos al tipo de interés básico de la zona euro sino, en la mayoría de los casos al Euribor, que es el tipo al que se prestan los bancos entre sí, y tomará un tiempo que la rebaja se traslade a este indicador y, de otra, porque los tipos de los créditos ya concedidos suelen modificarse cada año, a veces cada seis meses, y por lo tanto la rebaja tardará una media de seis meses adicionales en reflejarse en los pagos de las familias.

- La medida no afecta en absoluto a la disponibilidad de nuevos créditos. El sistema financiero internacional tiene varios problemas, pero uno de los más importantes (ya que los tipos están bajando en todo el mundo) es la falta de liquidez. Esta falta de liquidez es aún más acusada en España y el empeoramiento de las cuentas públicas hace que vaya a peor, por lo que no parece razonable pensar que vayan a disminuir las restricciones crediticias.

- Se va a generar una situación que no ocurría desde hace varias décadas en España. Con tipos nominales de interés muy bajos, aumentará la demanda de créditos, pero como los bancos y cajas no tendrán capacidad para dar todos los créditos que se les pidan, tendrán que usar algunos criterios para seleccionar las solicitudes a aprobar. Lógicamente empezarán por usar los criterios más objetivos (riesgo de impago más reducido y mayor rentabilidad de la operación para quien presta) y si esto no es suficiente pasarán a usar otros no tan objetivos (se volverá a la necesidad de contar con “recomendación”):
· La reducción del riesgo que llevará a la exigencia creciente de avales y garantías, que podrán llegar a ser desproporcionados.
· la mayor rentabilidad la obtendrán directamente por la exigencia de mayores diferenciales respecto al tipo de interés de referencia e indirectamente por la obligación que impondrán de contratar otros servicios con la entidad financiera (seguros de todo tipo, tarjetas de crédito, obligación de realizar con la entidad muchas de las operaciones y algunos otros que se inventarán) así como por la exigencia de mantener un depósito de baja remuneración en la misma entidad por un porcentaje relevante del crédito.
· la necesidad de recomendación estará muy ligada a la disposición de los adecuados contactos políticos o institucionales y, quizás, a la duración e intensidad de la relación previa con la institución financiera.

En conclusión, la medida es buena pero insuficiente, ya que no basta con reducir los precios sino que, además, debe aumentar la liquidez y esto requiere, entre otras cosas, el cambio profundo del sistema financiero internacional (que no parece ser una prioridad en la agenda de los que mandan)

Como siempre que se impone que un producto sea muy barato (en este caso el servicio crediticio) y la oferta existente de ese producto es incapaz de cubrir la demanda existente al precio fijado, el resultado es la generación de colas crecientes para obtener las escasas unidades existentes (si, como es el caso, el precio de venta impuesto permite obtener beneficios a quien vende el bien o presta el servicio) o la desaparición de la oferta si el precio no permitiera cubrir costes.

En España el aumento de la oferta de créditos para los particulares se encuentra con dos frenos muy importantes: el sistema financiero internacional no parece dispuesto a seguir prestando cada año los 100.000 millones de euros adicionales que el sector privado español viene demandando para seguir viviendo por encima de las posibilidades objetivas y el sector público se incorporará a los demandantes de crédito (con una situación de ventaja innegable) para cubrir el superávit que existía más el déficit en el que se incurra.

Por tanto, buena noticia para los que ya tienen concedidos los créditos y neutra para los que necesiten pedirlos en el futuro.