Catherine es un cuento de
Javier Alcaide en el que se narra la historia de una mujer francesa que,
cumplidos los sesenta años, se ve
afectada por un síndrome desconocido que de vez en cuando le hace volver, en su
mente, al pasado. Antonio, su amigo y amor de la adolescencia, vuelve a entrar
en su vida tras un encuentro casual y se desarrolla entre ellos y Jordi, el
marido de Catherine, una relación especial, pero no exenta de conflictos, que ayuda a encontrar las causas del síndrome.
Más tarde se añade Josiane, amiga de Catherine desde la Universidad, que completa
el grupo que va desarrollando unas relaciones interpersonales muy especiales.
El inicio del cuento es el siguiente:
El inicio del cuento es el siguiente:
Aquella mañana del
miércoles 21 de Octubre de 2015 Antonio se levantó y, como de costumbre, se
dirigió a Cal Massó para comprar los croissants que solía tomar para el
desayuno. El día había amanecido muy agradable, por lo que decidió pasar
también por el Mercadona para comprar lo poco que le faltaba para la comida y para
la cena de aquel día. De esa manera, cuando acabara de desayunar, de mirar el
correo electrónico y de leer la prensa por internet, se iría a la playa,
provisto de toalla, sombrilla y libro, con la esperanza de encontrar algo de
paz interior. Esperanza todavía vana, porque apenas hacía seis meses que había
perdido a Montse, su mujer durante cuarenta años, en un accidente de coche tan
terrible como absurdo.
Pero aquel día la vida le
reservaba una sorpresa muy especial. Había subido desde el Mercadona a la zona
del mercado, para comprar bacalao desalado, ya que aquel día pensaba hacer esqueixada, y cuando se disponía a
pagar escuchó una voz que le decía:
-
Antonio,
est-ce que tu ne veux plus parler avec moi? (Antonio, ¿ya no quieres dirigirme la palabra?)
La respuesta le salió de forma
totalmente espontánea, sin pensarla, y antes de volverse para comprobar que quien
se había dirigido a él de esa manera era en realidad la persona que él creía.
-
Catherine,
ma chère amie, tu sais très bien que je suis ravi de parler avec toi, mais je
ne savais pas que tu étais revenue à Sitges. (Catherine, mi querida amiga, sabes perfectamente que estoy encantado de
hablar contigo, pero no sabía que estabas de nuevo en Sitges)
Se sorprendió a sí mismo
por haber dado aquella respuesta automática, y se volvió para comprobar que realmente
estaba hablando con ella, la única persona del mundo que le podía decir algo
semejante, en lengua francesa y con esa voz llena a la vez de cariño y de
socarronería.
Su sorpresa fue mayúscula,
cuando al volverse se encontró con una mujer más o menos de su edad, a la que
le costó un tanto reconocer. Pero no cabía la menor duda, había reconocido su
voz, y por si eso fuera poco, sus ojos seguían teniendo la mirada pícara
acompañada del mohín socarrón que sus labios agregaban a su sonrisa cuando le
había pillado en algún renuncio o sorprendido por cualquier motivo.
Así que ahí estaba, en el
mercado de Sitges, con Catherine, su gran amor de la juventud ¿o quizás se inició
al final de la adolescencia? y la mejor amiga que había tenido en su vida,
aunque hiciera más de cuarenta años que no la veía porque su relación, que
siempre había sido a la vez excelente y muy poco habitual, se había cortado
abruptamente aquel fin de semana de julio de 1974.
El archivo pdf se puede pedir
por correo-e a: fjalcaide@yahoo.es
o descargarse desde:
https://www.safecreative.org/work/1408101732568-catherine-v-2-0