Alba estaba más que
enfadada. No se podía creer lo que había ocurrido. Juan, el que ella pensaba
que era su mejor amigo desde hacía tres años, se había portado como un tonto y,
al final, lo único que había conseguido, además de hacerla llorar, había sido
romper su amistad, porque ya nunca más se podría fiar de él.
Necesitaba contárselo a
alguien que la comprendiera, pero sin agobiarla, y sólo había tres personas que
cumplieran esos requisitos que eran Jaime, su novio desde hacía un mes y medio,
Amelia, su amiga desde que fue al cole, y su madre. Eligió a Amelia porque
Jaime, sin quererlo, se había visto involucrado en el jaleo y Alba prefería
hablarlo con él cuando estuviera más tranquila; en cuanto a su madre también
era mejor que no lo supiera hasta que todo estuviera definitivamente zanjado,
para evitar que pretendiera aconsejarle lo que debía hacer, porque era de otra
generación y en estos asuntos no estaba al día. Amelia, en cambio, seguro que
la escucharía, la comprendería, estaría de su lado y no se pondría en plan consejera,
a menos que ella se lo pidiera.
De momento decidió
llamarla para darle un avance y para quedar con ella esa tarde, para contarle
todo en detalle. No estaba ocupada y quedaron a las cuatro en la cafetería pija
a la que iban cuando no querían correr el riesgo de encontrarse con amigas o
compañeras.
Cuando llegó, Amelia ya estaba
allí, aunque casi seguro acababa de llegar porque todavía se estaba acomodando,
se sentaron juntas y pidieron un poleo menta, cosa que nunca pedían excepto
cuando iban a esa cafetería, pero ¡¡¡la taza en que ponían las infusiones era
tan bonita!!!
Después de darse dos
besos, Amelia le dijo a su amiga que era todo oídos y que se extendiera lo que
quisiera:
- Como sabes, estoy saliendo con Jaime desde hace
un mes y veintitrés días, y me parece que esta vez va muy en serio, porque
nunca había estado tan enamorada como ahora, bueno en realidad nunca había
estado enamorada hasta ahora. Ha sido una suerte que al final me decidiera por
una línea de bachiller distinta y que no hacen en el insti de siempre, porque
así he podido conocer a Jaime y no tener de moscones a los de siempre.
El
caso es que Juan, no sé cómo, se enteró de que iba con Jaime a los pocos días,
y enseguida empezó a darme la vara con su eterna canción de que ese tío no te
conviene, te dejará tirada en cuanto consiga lo que quiere, no es buena persona
y otras lindezas por el estilo que, mira por donde, son las cualidades que
siempre adornan a los chicos con los que estoy saliendo, y eso que él mismo me
dijo el primer día que hablamos de Jaime que no sabía quién era y me confirmó
que nunca había hablado con él en cuanto le vio.
Se ve que se ha metido a investigador
privado, porque en pocas semanas se ha hecho con un dosier con todas las
conquistas de su vida y, mira por dónde, en su famosa lista no está ni una de
las que el propio Jaime me ha contado, algunas de las cuáles, por confesión de
ellas mismas, estoy segura de que efectivamente han salido con él.
Pero el colmo ha sido el numerito del lunes.
Jaime tiene que ir con sus padres al chalet de la sierra muchos fines de
semana, pero eso Juan no lo sabe, o mejor dicho no lo sabía hasta que yo se lo
he dicho para desmontarle sus mentiras. El caso es que el fin de semana pasado
también tuvo que ir y, como él no tiene nada que hacer allí cuando no hace buen
tiempo, como de costumbre se dedicó a hacer los deberes, a estudiar y a
terminar un trabajo que yo lo he visto y sé como estaba el jueves y como lo
entregó el lunes, y te aseguro que le tuvo que llevar unas cuantas horas
terminarlo. El caso es que el lunes, Juan me llamó nada más terminar las clases
para decirme que tenía que hablar urgentemente conmigo para contarme algo muy
fuerte de Jaime.
Me convenció de que nos viéramos y me contó
que Jaime había estado el viernes y el sábado con otra tía, que lo sabía de
buena tinta y que se había pasado el fin de semana poniéndome unos bonitos
cuernos, así que ahora me tocaba a mí decidir si cortar con él definitivamente,
poniéndole los cuernos previamente y de forma ostensible, o decidirme a lucir
los cuernos de forma abierta ante todos y todas.
Yo le pregunté si él le había visto con ella
y tuvo que reconocerme que no, porque sabía que si me decía que sí tendría que
responder a un tercer grado en el que si me mentía le pillaría, y después,
cuando ya le había hecho notar que no me creía nada de lo que me decía, le hice
otra pregunta, que era con quien pensaba él que yo le podría poner los cuernos
a Jaime y, como era de esperar, rápidamente se presentó voluntario como pareja.
Yo aproveché esta oferta para echarle en cara que él no estaba cumpliendo el
acuerdo al que llegamos la última vez que me pidió que fuéramos novios en la
que yo, como tantas otras muchas veces, le contesté que no, que él para mí era
mi mejor amigo, pero nada más y que no le quería como pareja. Después le
desmonté su trama y cuando le fui dando informaciones que él no podía rebatir,
se empezó a enfadar cada vez más hasta que empezó a meterse conmigo y me hizo
llorar, momento en el que volvió a intentar besarme y yo me tuve que zafar como
pude, hasta que me harté y le dije que no se equivocara, que estaba llorando
por él, pero sólo porque con ese último montaje lo que había conseguido era
terminar con nuestra amistad, porque algo así no lo hace un amigo y como me
había demostrado que no era mi amigo, no quería volver a hablar con él nunca
más.
Después me fui a casa y me metí en mi
habitación para seguir llorando y, fíjate como sería, que mi madre se creyó que
había roto con Jaime.
Y eso es todo Amelia. No sé si me entiendes,
ni si piensas que he hecho bien. ¿Tú qué harías en mi lugar?
- Claro que te entiendo, Alba, y creo que hasta
ahora has hecho lo mejor para ti. Creo que ya te has dado cuenta de que Juan
desea mucho más que tu amistad y que, además, es muy celoso, así que si has
llegado a la conclusión de que es mejor que cada uno vayáis por vuestro lado,
lo mejor es poner distancia y, sobre todo, que tú pases página y no le dediques
ni una lágrima más. Si alguna vez quieres volver a hablar de este asunto, ya
sabes que conmigo puedes hacerlo, pero por mi parte yo no volveré a sacar el
tema mientras tú no lo hagas. Y ahora alegra esa cara, te acompaño a casa y
procura seguir tu vida como si esto no hubiera pasado, pero sin echar marcha
atrás.
Las dos amigas se fueron y
mientras caminaban juntas Alba le preguntó si pensaba que era mejor contárselo
a su madre y a Jaime, y Amelia le aconsejó que de momento no lo hiciera y que
si algún día le apetecía contarlo, sería mucho mejor que fuera dentro de un
tiempo, cuando ya se le hubiera pasado el disgusto, con lo que además evitaría
que Juan tuviera noticias directas o indirectas de lo que ella pensaba y
sentía.
Alba le hizo caso y cuando
llegó a su casa lo primero que hizo fue borrar a Juan de todos sus archivos y
redes sociales y también de su teléfono, dejándole bloqueado en todos los que
eso era posible. Cuando acabó, llamó a Jaime, quedó con él como cualquier otro
día y pensó que con un poco de suerte habría terminado el asunto del que ella
creía que era su mejor amigo, pero en realidad no era más que un pretendiente
rechazado que no lo aceptaba y se comportaba como un tremendo celoso.