viernes, 24 de abril de 2015

Carta a un antiguo amor (relato de Javier Alcaide)



Carta a un antiguo amor es un relato cortísimo de una serie dedicada a los distintos tipos de amistad, de amor y de desamores.

Carta a un antiguo amor

Queridísima amiga,

Esta tarde, mientras miraba el fuego en mi chimenea, tan atraído por él como cuando era niño, viniste a mi recuerdo una vez más. Recordé la época en que estuve enamorado de ti, tan feliz para mí cuando tú también lo estabas.

No fui el único al que llamó la atención tu belleza, tu gracia y tu sonrisa. Seguro que hubo muchos otros que te expresaron su amor, sincero o fingido, pero al menos en mí tuviste a alguien que, por encima de esas cualidades, se enamoró de tu alma tan especial, esa alma poco corriente y llena de encanto que, sin duda, se ha conservado sin verse afectada por el paso de los años.

Tras un periodo que hoy me parece corto, aunque en la realidad no lo fuera tanto, te desencantaste de mí, seguramente cuando fuiste capaz de darte cuenta de cuán pequeño soy realmente.

Ahora, después de muchos años sin saber nada de ti, al mirar el fuego en el hogar, recuerdo entre los leños que chisporrotean, que el amor se fue volando, ascendiendo primero hacia las cumbres más elevadas que puedo divisar en el horizonte y continuando después hacia el firmamento, en el que se confundió entre la ingente multitud de las estrellas.



Te imagino leyendo esta carta, quizás mientras observas también el fuego en tu chimenea y con el sueño a punto de vencerte, pensando, con una sonrisa indulgente, en lo pueril que sigue siendo aquel amor tuyo hoy tan lejano.

Si, ya hace años que tengo completamente cano el poco pelo que me queda, mis ojos no ven con la misma nitidez de entonces, el oído también empieza a fallar y todo mi cuerpo empieza a acusar la vejez, pero en mi mente, a pesar de que la memoria tampoco sea la de entonces, tu recuerdo permanece inalterado, aunque mi sentimiento, una vez que el amor marchó hacia las estrellas, sea de un gran afecto, que ahora es de amistad y que ojalá tú compartas.

viernes, 17 de abril de 2015

La Renta Básica (algunos aspectos de la ruta de avance)



Como se deduce de lo escrito en los anteriores capítulos de este tema, la financiación de la renta básica, por un importe equivalente al umbral de pobreza, es harto difícil en la actualidad para un país como España
 
En este último capítulo intentaré definir una posible ruta de avance para conseguir que en un futuro no demasiado lejano, la actual utopía pueda pasar a ser un logro alcanzable, incorporando al ritmo que desee nuestra sociedad algunos objetivos parciales que, además de facilitar el camino hacia la Renta Básica, sean en sí mismos deseables.

En primer lugar será necesario conseguir que la sociedad piense, con una mayoría democrática suficiente, que la Renta Básica es muy deseable, por las ventajas ya explicadas que harán de cualquier sociedad democrática que la incorpore una sociedad más justa, en la que la pobreza desaparezca a la vez que las personas sean más libres.

Para ello, además de explicar de una forma clara y comprensible todo lo que la Renta Básica supone, y de evitar que en su aplicación haya grupos de población discriminados respecto a otros con rentas de un importe anual similar, a causa de que el origen de las mismas sea parcial o totalmente una prestación contributiva (prestaciones cuyo origen sea la previa contribución a la Seguridad Social Obligatoria o a cualquier sistema privado) será imprescindible que los cambios en la financiación de los servicios públicos no supongan un aumento excesivo en el tipo marginal del impuesto sobre la renta y, por descontado, que se respete al máximo el derecho a la propiedad privada y a la herencia, consagrados como derechos fundamentales en nuestra Constitución.

Todo ello es imprescindible porque una sociedad democrática que desee beneficiarse al máximo de la introducción de la renta básica, debe mantener el mayor incentivo posible para que una parte muy relevante de la sociedad dedique buena parte de su tiempo a actividades socialmente útiles que maximicen el bienestar social, incentivo que no es otro que el poder beneficiarse, para sí mismo y para su ámbito más cercano de seres queridos, de una parte muy relevante de los beneficios que se desprendan de su actividad. Las experiencias históricas llevadas a cabo hasta ahora han demostrado que la falta de este incentivo y de las libertades individuales ha provocado el estancamiento económico de los países en que se han llevado a cabo, aunque si que se haya conseguido reducir de forma drástica la desigualdad económica previamente existente.

En segundo lugar, es necesario financiar mucho mejor el gasto público. Para ello el medio que más recursos aportaría sería la mejora de la gestión del gasto, tanto desde el punto de vista de la reducción drástica de la corrupción, que requerirá cambios legislativos muy importantes, entre los que debería estar la consideración de los partidos políticos y de los sindicatos como empresas en los aspectos fiscales, como desde la optimización del coste de los servicios públicos evitando los gastos en conceptos de escaso o nulo interés social y maximizando la relación interés social/coste económico de los proyectos que se lleven a cabo.

En tercer lugar es imprescindible un cambio radical de la imposición, para eliminar todo lo que el sistema actual tiene de desequilibrado, injusto y poco eficiente.

Respecto al cambio del IRPF, el concepto básico que propone Daniel Raventós es un punto de partida muy válido, por su sencillez, facilidad de gestión y eficacia en la recaudación. Sin embargo el aumento del número de tipos impositivos de uno a dos o tres, aumento que el propio Raventós considera que debería estudiarse, facilitaría mucho la posibilidad de evitar que personas con rentas bajas/medias sufrieran un incremento de su fiscalidad por este concepto.

Nada dice el Sr Raventós de cambios en el IVA, que debería ser un impuesto muy importante en el aumento de la recaudación, más por la vía de la reducción del fraude que hay en él que por el aumento de los tipos medios. Además el cambio debería conseguir un aumento de la progresividad de este impuesto, que a pesar de ser un impuesto indirecto es progresivo por la diferencia de tipos que hay. 

Para ello bastaría con sustituir las actuales exenciones (sanidad, educación, alquileres para vivienda) por el tipo cero, grupo al que se deberían añadir los bienes y servicios que consuma una familia estándar que tenga como únicos ingresos la renta básica (por ejemplo una pareja con dos hijos menores) 

Seguramente sería bueno reacomodar la ubicación de unos cuantos bienes y servicios en los tipos del 4, el 10 y el 21% y también se debería añadir un tipo, por ejemplo del 35 o el 40% para los productos realmente de lujo, o perniciosos para la salud, el medio ambiente o la sociedad.

En cuanto al impuesto de sucesiones, mi discrepancia con el Sr Raventós seguro que es enorme. Mi opinión es que para los grados de parentesco entre abuelos y nietos e intermedios y los componentes de la pareja, debería aplicarse la normativa actual de la Comunidad de Madrid, según la cual hay que hacer todos los trámites administrativos igual, pero el resultado final a pagar es muy reducido.

En cuarto lugar, en la medida en que las cuentas públicas lo vayan permitiendo, habría que realizar una serie de acciones que fueran acercando a las personas más necesitadas a la situación deseable de la Renta Básica. Los beneficiarios deberían serlo por el mero hecho de ser personas y de que sus rentas fueran inferiores o iguales a la renta básica teórica y las prestaciones deberían ser las siguientes:

Límite máximo del IBI del 5% de la Renta Básica teórica anual.
Aumento de las prestaciones no contributivas a mayores de 65 años y a parados de más de un año de duración hasta la Renta Básica teórica anual.
Establecimiento de una garantía de eliminación de la pobreza energética, por la que el conjunto de las facturas de electricidad y gas natural no pudieran sobrepasar el 8% de la Renta Básica teórica anual.
Derecho integral a la asistencia sanitaria, al margen de cualquier otra consideración.
Matrícula gratuita en las universidades públicas para los hijos menores de 25 años.