lunes, 30 de enero de 2012

El nudo gordiano de la crisis en España

Tras las elecciones generales, que han dejado claro lo que opina la sociedad española de la gestión de la crisis hecha por los gobiernos de Zapatero, la sociedad española ha empezado a asumir que la crisis es profunda, muy profunda, aunque los políticos están lejos todavía de tomar las decisiones adecuadas y explicárselas a la población, probablemente porque quedan dos elecciones autonómicas para el mes de marzo y piensan que no interesa a sus expectativas electorales.

El círculo vicioso en que nos encontramos se ha ido asentando de la siguiente manera:

Cuando se inició la crisis (al final del tercer trimestre de 2007) cayó el enorme incremento de la deuda total española (que en los tres años anteriores había permitido que la economía española gastara como media el 22% más de lo que ingresaba y, desgraciadamente sólo una pequeña parte de ese gasto adicional fue destinado a inversiones productivas. Ya entonces empezó a aumentar el desempleo como primera respuesta a la reducción del dinero disponible.

En el año siguiente (octubre de 2007 a septiembre de 2008) el incremento de la deuda exterior se redujo al 15% del PIB y el desempleo continuó creciendo, aunque los gastos del conjunto de las administraciones públicas siguieron como si nada ocurriera, porque hasta julio de 2008 la política oficial era que no se estaba en crisis, sólo una moderada corrección del crecimiento.

En el año siguiente (octubre de 2008 a septiembre de 2009) el incremento de la deuda exterior se redujo de forma muy notable, esta vez al 4% del PIB, el desempleo continuó creciendo, aunque los gastos de los ayuntamientos se redujeron menos de lo que deberían haberlo hecho gracias a la inyección de dinero que supusieron los planes E, que una vez más en muy pocos casos se destinaron a inversiones productivas.

En el año siguiente (octubre de 2009 a septiembre de 2010) el incremento de la deuda exterior se redujo algo más, esta vez al 3% del PIB, el desempleo continuó creciendo, y los gastos de las administraciones públicas empezaron a reducirse, por la vía de la reducción de las inversiones públicas y de las retribuciones a los trabajadores públicos y de los recortes en prestaciones sociales básicas (pensiones, dependencia, sanidad y educación)

En el último año (octubre de 2009 a septiembre de 2010) el incremento de la deuda exterior se redujo algo más, esta vez al 2% del PIB, el desempleo continuó creciendo, y los gastos de las administraciones públicas continuaron la reducción, por parecidas vías, reducción de las inversiones públicas y del gasto en retribuciones a los trabajadores públicos (esta vez reduciendo el número de trabajadores públicos) y de nuevos recortes en prestaciones sociales básicas (dependencia, sanidad y educación) La novedad de este año fue que tras las elecciones autonómicas y municipales empezaron a conocerse los déficit ocultos de buena parte de esas administraciones y tras las elecciones generales, también el déficit global del Estado parece ser superior a lo que hasta el mes de diciembre admitía el Gobierno (ya en funciones) en el Parlamento.

En el sector privado, durante este periodo, se ha ido realizando un ajuste importante por las vías de la reducción del consumo y de la inversión para acomodarse a la nueva situación de la reducción de los ingresos (tanto de retribuciones como de márgenes empresariales) de aumento de los tipos impositivos y del aumento de ahorro privado (las familias que continúan teniendo ingresos que no se hayan reducido excesivamente, también reducen el consumo por lo que pueda ocurrir) Su endeudamiento exterior a finales de septiembre de 2011 era un 2% inferior al de cuatro años antes.

El PIB, a pesar del déficit público del orden del 8%, sigue siendo inferior al de 2007, a pesar del buen comportamiento de las exportaciones y del turismo.

La inversión productiva está paralizada.

La construcción tanto en obra civil como en vivienda está muy deprimida.

El paro continúa creciendo.

Las administraciones públicas están lejos de alcanzar el equilibrio entre ingresos y gastos, a pesar de los aumentos de los tipos impositivos en la práctica totalidad de los impuestos. Por descontado siguen sin hacer un escandallo de servicios públicos por su prioridad para recortarlos por orden de prescindibilidad hasta que se alcance el equilibrio.

El sistema financiero tiene un serio problema de refinanciación (566.000 millones de euros (55% del PIB) de la deuda externa total tienen un vencimiento inferior a un año, por lo que si los mercados internacionales pusieran reparos a prestar dinero a la economía española, la intervención del FMI y de la UE tendría una magnitud desconocida, sólo comparable a la magnitud de los sacrificios que exigirían a nuestra sociedad si la intervención fuera inevitable.

La financiación de los proyectos productivos está prácticamente cerrada, lo que supone que la única forma de mejorar nuestra competitividad en los mercados exteriores es reducir los salarios unitarios y los márgenes empresariales.

Nos guste o no nos guste, y no nos gusta a nadie y aún menos a los políticos el nudo gordiano que hay que cortar para salir del circulo vicioso de menor actividad y más paro es una actuación decidida en la reducción de la deuda externa total.

Además, si los políticos consideran que hay que dar a la economía algo de financiación para los proyectos de inversión productivos (única manera de poder aspirar a aumentos en el empleo y en los salarios unitarios) no les queda más remedio que usar a fondo la tijera para recortar todos los gastos públicos que no sean imprescindibles.

Tendrán que decir claramente a la población que durante 2005-2007 vivimos un 20% por encima de nuestras posibilidades, por lo que ahora toca reducir ese 20% más lo que corresponda para pagar la deuda externa acumulada entre 2003 y la actualidad, (aproximadamente el 125% del PIB) que fácilmente supondrá otro 5% más.

Por mi parte considero imprescindibles las pensiones, algunas prestaciones dinerarias a las familias sin recursos, la sanidad (aunque cabe una importante mejora en la gestión) la educación y la seguridad.

Si se lleva a cabo esta reducción de la actividad pública es indudable que el paro seguirá aumentando, ya que es muy elevado el número de trabajadores públicos contratados para puestos de trabajo sin sentido, o para realizar actividades prescindibles o que tienen una ocupación de su tiempo de trabajo en actividades necesarias notablemente inferior a la jornada laboral.

Como todo esto supone para los partidos políticos la potencial pérdida de muchos votos, lo más probable es que prefieran recortar lo mínimo e insistir en las medidas que han venido realizando hasta ahora (reducción de pensiones, salarios públicos, número de trabajadores interinos, prestaciones sanitarias, ayudas a la dependencia y nuevos aumentos de impuestos)

La única esperanza es que sean conscientes de que si siguen sin actuar correctamente, la crisis podrá continuar dentro de cuatro años y el paro ser superior al actual, con lo que sus perspectivas electorales podrían ser parecidas a las que el PSOE ha tenido que soportar este año.