lunes, 8 de julio de 2013

La próxima reforma tributaria



En el Consejo de Ministros del 5 de julio se ha anunciado la constitución de la comisión que tendrá por objeto realizar un análisis del sistema tributario y la formulación de propuestas para su reforma.

El informe deberá orientarse, según el gobierno, al aumento de la eficiencia de la economía, al crecimiento de la actividad económica y al aumento del empleo, pero añade la salvedad de contar, en todo caso, con las restricciones que impone la vigente Ley de Estabilidad Presupuestaria, lo que da una idea clara de que el principal objetivo, al que deben supeditarse todos los demás, es el aumento de la recaudación.El gobierno admite, por otra parte, que el ámbito de sus propuestas pueda extenderse a medidas que mejoren la gestión y la inspección de los tributos.

Las líneas de revisión que el gobierno encarga a la comisión son las siguientes:
1.   Lograr un sistema tributario sencillo, de mayor simplicidad.
2.   Garantizar la suficiencia de los ingresos tributarios, para facilitar la limitación del déficit a la normativa de la UE.
3.   Obtener un sistema tributario que favorezca el desarrollo económico, garantice la unidad de mercado y la neutralidad fiscal.
4. Potenciar el desarrollo social con medidas que favorezcan a colectivos como familias y discapacitados, y con medidas que estimulen el ahorro.

Mejorar el sistema tributario, desde el punto de vista de la sencillez y la simplicidad, no debería ser una tarea difícil, si no se pretende cambiar la cuantía recaudada ni su estructura. Tampoco será mucho más difícil si además se pretenden cambiar uno o ambos aspectos, por lo que cabe ser optimista en lo que a esta línea de revisión se refiere.

La garantía de los ingresos tributarios para equilibrar las cuentas del Estado hace pensar que, una vez más, la política del gobierno será la de hacer recaer en la clase media la mayor parte del ajuste que todavía falta por hacer, igual que han hecho con el ajuste realizado hasta ahora. Cualquier cosa antes que limitar al máximo los gastos públicos que no proporcionan ninguna utilidad social relevante, ya que equivaldría a cargar el grueso del sacrificio sobre los políticos y sus próximos.

La obtención de un sistema tributario que favorezca el desarrollo económico y que garantice la unidad de mercado y la neutralidad fiscal, es equivalente a pedir que la reforma se dedique a eliminar, al menos, una buena parte de los numerosos elementos de falta de equidad que tiene el sistema tributario que padecemos, lo que exigirá un arduo trabajo a los miembros de la comisión que tropezarán con el muro de que no sea admisible perjudicar a los privilegiados protegidos por el sistema político.

El encargo de favorecer a las familias o a los discapacitados, y de estimular el ahorro, parecen ser la expresión de objetivos deseables pero que en su mayor parte serán incumplibles, aunque algo se les ocurrirá para paliar la situación de algunos colectivos, siempre que se cumpla la condición de que el coste total de las medidas sea muy pequeño si se compara con la recaudación total.

¿Cómo ayudarán a las familias, si ya parten de la base de estimular el ahorro, excusa perfecta para mantener una tasa impositiva muy inferior para los rendimientos financieros que la que se aplica en el caso de las rentas del trabajo o de las pensiones?

Aunque para juzgar el resultado sea imprescindible esperar a ver el informe que elabore la comisión recién constituida, no parece muy aventurado vaticinar que con la reforma que se apruebe aumentará la recaudación, aumento que podría ser compatible con un mantenimiento de la presión fiscal para las capas de menores ingresos (básicamente los mileuristas o personas con ingresos inferiores)

En el impuesto sobre la renta aumentarán los tipos a partir de los 15000-20000 euros anuales, aunque manteniendo el tipo marginal más elevado en su cifra actual.

El impuesto de sociedades podría ver reducido su tipo elevado (en la actualidad el 30%) a cambio de eliminar buena parte de las deducciones que permiten tributar a las grandes corporaciones a tipos efectivos del orden del 10%

El IVA podrá ver aumentado el tipo normal en uno o dos puntos porcentuales, y en todo caso se llevará a cabo un nuevo traspaso de bienes y servicios hacia un tipo más elevado del que soportan ahora y, por otra parte, podría definirse un criterio mucho más restrictivo para la aplicación de la tributación por módulos.

En el impuesto del patrimonio podría quitarse una parte de la discrecionalidad que ahora tienen las comunidades autónomas, aunque muy probablemente se retrase esta medida hasta después de las próximas elecciones autonómicas (el PP intentará conservar a toda costa el gobierno de la de Madrid)

Finalmente en la imposición municipal se permitirán nuevos incrementos relevantes en el IBI y el impuesto sobre vehículos.   

El resultado será, si las cosas van en ese sentido, un nuevo golpe recaudatorio dirigido contra las clases medias, especialmente contra aquellos que teniendo coche y vivienda, tengan la suerte de conservar un puesto de trabajo con un salario igual o superior a dos veces el salario mínimo.