miércoles, 8 de octubre de 2014

Prácticas políticas responsables del Ébola en España



Hay dos prácticas políticas muy extendidas en España que están en la base del contagio del Ébola registrado en Madrid y que si no se hubieran practicado, con un altísimo grado de probabilidad, ahora no estaríamos preocupados por la aparición de una enferma de Ébola contagiada en España.

La primera es estructural y responde al tipo de "Hay que hacerlo cueste lo que cueste"  practica que cuando se lleva a cabo por un político con suficiente poder acaba costando carísima a la sociedad en su conjunto, y la segunda, del tipo coyuntural, pertenece al grupo de "los costes de los ahorros de costes"

El Partido Popular está desarrollando la privatización de la sanidad pública, de forma no declarada y progresiva con el único objetivo de permitir un aumento de la rentabilidad económica de la sanidad privada, que hasta hace algunos años conseguía una cuota de mercado reducida y obtenía unos beneficios moderados por el listón que ponía la sanidad pública en cuanto a su calidad de atención.

Este proceso se ha acelerado en las dos últimas legislaturas y de forma muy especial en la Comunidad de Madrid, en la que ya es claramente perceptible la caída de la calidad de la atención de la sanidad pública especialmente en los aspectos de los retrasos para realizar gran parte de los actos médicos, especialmente en lo que se refiere a especialistas, pruebas relativamente complejas y dificultad de ser atendido en los centros públicos.

En el caso del Ébola, el desmantelamiento de unidades especiales en hospitales públicos y la reducción del uso de los equipamientos ha llevado a la situación actual en que la desgraciada realidad es que no hay un solo hospital en España que esté realmente preparado para atender con su personal adscrito un caso de Ébola, ya que no hay profesionales que hayan recibido la formación específica necesaria para poder hacerlo.

Por descontado, la sanidad privada no tiene el menor interés en atender estos casos, ya que el coste de tener los equipos preparados es demasiado alto como para poder rentabilizarlo con los pocos casos que previsiblemente se tendrán que atender en nuestro país.

El criterio nunca declarado de "Hay que maximizar la privatización de la sanidad cueste lo que cueste" es el responsable de que los profesionales que han atendido a los enfermos de Ébola repatriados no contaran con los medios, ni con la formación, ni con las condiciones de trabajo mínimamente necesarias para llevar a cabo esta delicada actividad con el rigor necesario para minimizar los riesgos de contagio.

En lo que se refiere al ahorro de costes, la forma que, tanto el PSOE primero como el PP después, han tenido de reducir el déficit público desatado por la nefasta política económica de la primera etapa de la crisis ha sido el aumento de los impuestos por una parte y la reducción del gasto público basada fundamentalmente en la reducción de los costes de los servicios públicos más fundamentales (Sanidad, educación, prestaciones sociales económicas e inversiones públicas necesarias)

En el caso de la atención del Ébola, el ahorro de costes se ha basado en los siguientes principios: minimización del gasto en formación necesario para que cualquier potencial enfermo de Ébola sea dirigido inmediatamente al lugar adecuado para su adecuada atención, minimización del coste en formación y en equipamiento de los profesionales adscritos a la atención específica de los casos sospechosos y los enfermos de Ébola declarados, minimización de los costes de personal y servicios externos necesarios para la atención específica, por la vía de que en los momentos en que no sean necesarios para atender los eventuales casos de Ébola sean usados para la atención en otras unidades diferentes.

Como ha puesto de manifiesto el desgraciado contagio de una Auxiliar de enfermería que había atendido a los dos enfermos repatriados hasta ahora, como sucede siempre que los ahorros de costes no se realizan en los conceptos en que realmente es posible ahorrar, los ahorros inicialmente conseguidos con esas prácticas cicateras se convertirán en un gasto muy superior derivado de la necesidad de los políticos de no quedar ante la opinión pública como los responsables del contagio para lo que ahora sí que pondrán todos los medios necesarios y otros innecesarios para asegurarse de que no haya más contagios.

Por descontado, los informes oficiales llegarán a la conclusión de que la victima fue, por supuesto de forma involuntaria y por tanto sin ningún tipo de responsabilidad, la causante única del accidente que hizo posible el contagio.

Y si es necesario que algún profesional pague con su puesto por el contagio, será una persona de bajo nivel y, probablemente, sin una responsabilidad relevante en lo sucedido.