Durante siglos, los modelos económicos anglosajón y mediterráneo han tenido diferencias que en las últimas décadas se han ido reduciendo, aunque todavía sean relevantes. Ambos modelos se basan en tres pilares de los que sólo uno es diferente. Los pilares comunes son la eficiencia y la redistribución y el pilar diferente es el individualismo en el modelo anglosajón y la ayuda mutua en el modelo mediterráneo.
La eficiencia se basa en ambos modelos en la competencia en los mercados, y en ambos modelos se admite una perdida de eficiencia, que puede ser muy relevante, en las actividades que se realizan por parte del sector público y también en las que realiza el sector privado en régimen de monopolio o de oligopolio, tanto si es de derecho como si lo es de hecho.
La redistribución es el conjunto de procesos que permiten incluir a muchas más personas en el mercado, porque les permite disponer de una cierta capacidad adquisitiva. Con el paso de los siglos, en ambos modelos se ha reducido a cifras realmente bajas el número de personas que están en situación de exclusión social o próximas a ella, aunque la parte del PIB dedicada a esta función varíe mucho de unos países a otros.
El individualismo es la forma de proceder según la cual cada persona se preocupa exclusivamente de si misma, de su pareja y de los hijos mientras son menores, de forma que para todas las demás personas la máxima general es que nadie da nada a nadie si no es a cambio de algo, aunque haya excepciones normalmente gestionadas a través de organizaciones civiles.
La ayuda mutua es la forma de proceder según la cual una parte relevante de la población, hasta hace pocas décadas una clara mayoría, amplía a un círculo mucho mayor el conjunto de personas a las que cada persona está dispuesta a proporcionar determinados bienes y servicios sin esperar nada a cambio. Obviamente, la predisposición a actuar así es mucho mayor cuando la relación entre las personas es de vínculo familiar, afecto o vecindad.
El modelo anglosajón ha dado lugar a países con una mayor renta media, derivada de la mayor eficiencia que en promedio se ha derivado del individualismo; además, en esos países la redistribución ha funcionado mejor porque había más para repartir.
El modelo mediterráneo sólo ha permitido que los países en que está implantado se hayan acercado a los niveles de eficiencia del modelo anglosajón cuando en ellos se ha desarrollado parcialmente el individualismo, aunque en situaciones de crisis, como la actual, la ayuda mutua haga posible que millones de personas no caigan en la exclusión social gracias al soporte que reciben de sus seres próximos, fundamentalmente familiares.
Parece claro que una situación mixta, con una dosis de individualismo para la mayoría de las actividades habituales, complementada con la ayuda mutua en situaciones especiales (aunque esa situación especial no afecte más que a una sola persona) llevarían a una sociedad con el máximo nivel de renta y, sobre todo, de bienestar.